—¡Dios mío! ¡Es… es hermoso!
Ashley estaba estupefacta, era el ramo más grande y romántico que había visto. Se acercó y toco ligeramente las delicadas rosas y miro las palabras en el centro del oso.
Te amo.
Sus ojos se humedecieron. ¿Qué mujer no caería rendida con tal detalle?
Miro al hombre qu