CAPÍTULO 29
A la mañana siguiente, alrededor de las siete, la alarma del teléfono móvil despertó a Amara, ella abrió los ojos aturdidos y además con un fuerte dolor de cabeza.
Sus sienes palpitaban incontrolables y ella se llevó las manos a la cabeza.
―¡Ah, mi cabeza va a explotar!
Frunció el ce