ANGELINE

Solo puede ser un sueño. Me pellizco varias veces antes de mirarlo, paso la mano por su brazo constatando que, de hecho, está allí. ¿Pero cómo? Trago saliva aún intentando entender si lo que estoy viendo es real o es algo que mi mente creó. Me senté despacio antes de decir algo.

— Dime que esto no es un sueño... — siento un escalofrío recorrer todo mi cuerpo cuando él pasa las manos por mis senos. Ahora estoy segura de que esto no se trata de un sueño, sino que es una realidad de la cual nunca más quiero despertar.

— No, Angel, esto no es un sueño — pasa los dedos hábiles por mi camisola tirándola hacia un lado. Suelto un gemido bajo, él retira finalmente el Robe, intento levantarme, pero él es más rápido que yo y me inmoviliza. — ¿Qué es esto? — pasa las manos debajo de mi vientre — Tú... — parece asustado y al mismo tiempo feliz.

— Sí... — dos meses después del nacimiento de Ana decidí hacerme un tatuaje en homenaje a él. Pedí que la tatuadora escribiera su nombre debajo de