Despierto con un dolor de cabeza horrible, pero cuando intento levantarme algo en mi mano impide que lo haga.
- ¿Qué es esto? - miro hacia arriba y veo que estoy encadenada a una cama grande - ¿Dónde estoy? - Tranquila, Val, no entres en pánico. Escucho la puerta abrirse y al ver quién entra, mi rabia aumenta.
- Te dije que serías mía.
- Agustín, sácame de aquí, ¡no entiendes que no me interesas! - En un rápido movimiento, se monta encima de mí y toma con fuerza mi rostro.
- Y tú no entiendes que no me importa. - Luego, pega sus asquerosos labios a los míos, provocándome náuseas. Agustín muerde mi labio con fuerza y aprovecha que abro la boca para gritar, introduciendo su asquerosa lengua mientras suelta un gruñido de placer. - Te haría mía justo en este mismo instante, pero no lo haré. - Saca unas llaves de su bolsillo y luego me quita las esposas. - Levántate. - Me levanta de manera brusca y me saca de ese lugar llevándome a la sala de esa casa.
- Escucha, Val, todo depende de t