Estoy sentada en el jardín de la casa admirando el hermoso día que está haciendo en Italia. Ya pasó un mes desde la muerte de la madre de Dante y todo se ha calmado un poco. No negaré que Dante la extraña, pero sabe que tiene el deber de descubrir quién es el demonio italiano, o mejor dicho, ir tras la pista de su hermano. Porque cuando le conté lo que pensaba, ese hombre quiso ir justo en ese momento a matar a su hermano. Pero menos mal que entre Fran y yo lo hicimos entrar en razón. Tenía primero que confirmar que sí sea él, porque si lo mata sin saber y resulta que el demonio no es él, sino otro, Dante vivirá con la culpa de que mató a su hermano.
-Señorita Valerie, su amiga Matilda está aquí - cuando Nana dice eso, salgo disparada a la sala, ya que hacía mucho que no veía a Matilda.
-¡Amiga! - corro hacia ella y me tiro encima, cayendo las dos al suelo riendo como niñas pequeñas.
-Por Dios, amor, no puedes hacer eso - dice Dante entrando a la casa con cara de preocupación.
-Lo