—Entonces sí o no —nos mira su querido amigo, sonrío sarcástica. Sirven la cena y empezamos a comer.
—Sí… lo sabe, es solo que no se acuerda —digo restándole importancia, lo miro y el asiente.
— ¿A qué colegio fuiste? —me mira intrigado e ignoro a Brayiam.
—Fui a una escuela en Berlín, Insel Scharfenberg desde los seis años.
— ¿Qué es eso? ¿Qué dijo? Seguro ya se está metiendo conmigo —dice la zorra y todos la miramos —Me alegro que se sienta como una mosca insignificante.
—Es un colegio —le dice Brayiam y yo ruedo los ojos, tiene que explicarle todo.
—Nosotros también, claro al de los hombres. Es el mejor internado y escuela —sonrío, Brayiam me mira y ni siquiera lo miro.
— ¿Hablas muy bien el alemán? —pregunta Brayiam.
—Alemania es como mi país, vivo o vivía en el desde los seis y aprendí a hablar alemán por supervivencia, me tocó cambiar el inglés por el alemán, a decir verdad solo hablaba inglés con mi hermano y mi tía cuando iban a verme una vez al año —digo mirando a su amigo.
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