No hablamos mientras conduce, su ceño permanece fruncido y sus ojos fijos en el camino, la incomodidad se adueña de mi con prisas y comienzo a ponerme nerviosa, jugueteo con la tira de mi bolso y paseo la mirada de ella a la ventanilla y de regreso.
— ¿Por qué estas nerviosa? — su ronca voz rompe el silencio sorprendiéndome
— No lo estoy — miento, él sonríe y se encoge de hombros.
Cuando toma la autopista para salir de Manhattan mi cuerpo se tensa, lo miro sin comprender a dónde vamos.
— ¿a dónde vamos?
— A un lugar donde podamos hablar y que no termines huyendo de mi o de lo que ocurra — lo veo anonadada, ¿Cómo se atreve a tomar una decisión como esta sin consultarme?
— ¿y donde es eso? — suelto de malas cruzándome de brazos el ríe con suavidad y me ve un instante con picardía
— Ya verás — guardo silencio tratando de controlar la retahíla de repentinos insultos que quiero decirle, por tomarse el atrevimiento de hacer algo como esto.
¿No podía hacer como cualquier persona e ir a una c