Kamila Stuart

—¿Donde estabas?—lo primero que me pillo es a Mattheo al llegar al piso

—Hola a ti también—digo—. Estaba en el hospital, Emilia tenía un chequeo—acomodo a mi hija sobre mi cuerpo

—¿Por qué no me avisaste?—pregunta

—Porque no estabas—dudo, camino a la habitación de Mattheo y dejó a Emilia en la cama. Ella se había dormido de camino al edificio, salgo de la habitación y en la sala no me pillo a Mattheo, camino al balcón donde me siento en la silla para relajarme al menos unos minutos.

Pero aquel relajo no duró mucho ya que Mattheo llegó y se apoyó en la baranda mirándome fijamente, cruzado de brazos.

—¿Vas a soltar lo que quieras decir?—rompo el silencio

—¿Cómo te enteraste del cáncer?—pregunta Mattheo y siento como el estómago se me contrae ante los recuerdos.

—Un día vistiendola para la guardería vi los hematomas en sus brazos—respondo sin mirarlo—. Lo primero que pensé fue que alguien la estaba golpeando en la guardería, así que, hable con sus tías pero ellas negaron to