No me Mires Así
Atenea Aray
— Mañana hablaremos por qué lo hiciste y por qué escogiste hacerlo de ese modo, ahora sólo descansa y vuelve a la cama— dijo poniéndose de pie y tomándome por los hombros antes de darme un abrazo.
Se quedó unos segundos abrazado a mi, yo no reaccionaba totalmente congelada por el pánico de haber sido descubierta y el regaño que se evidenciaba en su voz. Apoyo su barbilla en mi hombro y su nariz toco mi cuello suavemente.
—Reconocería tu olor entre diez mil mujeres más— dijo respirando en mi cuello. Yo aspire aire