Capítulo 27 - Deseo la mujer del prójimo

Me sangré la herida por la fuerza que hice con la mano para no responder lo que quería decirle hace un rato. La hice llorar, ¡maldita sea! Tocaron a la puerta.

—Adelante. —Lo que faltaba, Deacon. Espero Blanca no lo haya dicho nada.

—Hola, David.

—Sigue, Deacon. —Se iba a sentar en el mueble cuando abrió los ojos.

—Está sangrando la herida. ¿Por qué no llamaste a Blanca? —Me le quedé mirando como si tuviera un tercer ojo.

—¿Me preguntas eso? —Nos miramos.

—¿Te molesta tenerla aquí?

—No es eso, perdón por lo que te diré, pero me afecta tenerla cerca.

Nos quedamos callados, duele sentirla cerca, embriagarme con su aroma, porque podría sucumbir en la tentación.

—¿Me permites curarte? —extendí mi brazo, la verdad me ardía la herida.

Después de diez minutos en un silencio absoluto, vendó de nuevo la herida, botó el material ensangrentado, se lavó las manos y se sentó en el mueble al lado de la cama.

—Excelente informe, las decisiones tomadas como presidente también fueron acertadas, tienes
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