67| Confiar de verdad.

Helene tomó un taxi a esas horas de la mañana directo al aeropuerto Tayrona, donde un avión la estaba esperando.

Nadie preguntó mucho, después de la “muerte” de Itsac, Helene era la dueña de todo Aeromaya, Tayrona y el centenar de aeropuertos creados por la aerolínea, así que cuando solicitó un avión al vicepresidente, el hombre apenas le contestó con un escueto:

— ¿Cuál? — cuando llegó al lugar se metió en la oficina de Itsac, se dio una ducha larga con el agua más fría y cuando salió afuera, se encontró con diez llamadas perdidas de Toro. El hombre ya debía de haber despertado y de seguro estaría muy enojado, así que la undécima llamada, Helene contestó. Sabía cual era la respuesta del hombre, pero debía intentarlo.

— ¿¡Qué put4as hiciste niña!? — la regañó y Helene respiró profundo.

— Yo tenía razón, si hubiésemos ido con tus hombres todo se hubiera ido a la mierda… Arnau, Itsac está vivo, está vivo, hablé con él.

— ¿Bertinelli te permitió verlo?

— Si y…

— ¿Y qué pide para lib
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