--- Ana Teyssier ---
Al bajar de la camioneta, Alexis toma mi mano y me lleva dentro, veo que observa el lugar, cada vez que hace aquello, me hace dudar, siento como si escudriñara el lugar, como si buscara algún detalle, no dice nada, pero su mirada dice todo.
Sin darme cuenta, Leo está frente a mí, no lo veo venir, pero cuando menos lo imagino, me abraza.
- ¡Ana! – Dijo Leo alegremente. – ¡Vaya, mujer! ¡Qué increíble sorpresa!
No entendía su expresión, el viernes me vio y ahora verme de nuevo, no debería ser una sorpresa. Me suelta y en ese momento volteo a ver a Alexis, quien observaba atento al hombre que me soltaba.
- ¡Ana! Nuevamente, ¡qué maravillosa suerte tenemos de que nos visites dos veces esta semana!
- ¡Leo, no seas tan condescendiente!
- Bueno, la última vez saliste corriendo y ya veo por qué.
- ¿Quieren tomar asiento en el jardín o dentro?
- ¡Oh, Leo! Te presento a Alexis, él es…
Antes de que pudiera decir palabra, el hombre que apretaba mi mano extiende la suya y dice: