--- Héctor Plourde ---
Es sábado por la mañana, Jude juguetea con sus pies y manos, veo que cada día descubre un poco más de ella. Me gusta tener un tiempo con mi hija todas las mañanas, ya que puedo ver cómo ella va creciendo y se va desenvolviendo.
Luego de dejar ir a Ana, siento un enorme hueco. Su familia me ha dicho que cuando necesite que alguien cuide de Jude, se las lleve, les preocupa que ella no tenga una figura materna. La madre de Ana, pareciera que fuese su abuela, pasamos números telefónicos y ayer por la noche, luego de que las dejé en casa, me llamó para ver cómo había llegado y cómo estaba mi hija.
Todo sería diferente si Ana y yo hubiésemos seguido juntos hace años.
Estoy perdido en aquellos pensamientos cuando mi móvil comienza a sonar, veo al contacto y sé que algo tiene que ver con la noticia que se difundió por todos lados el día de ayer.
Tal como Alexis Betancourt dijo, llegué a casa y el portero ya tenía un paquete para mí, no lo he abierto, pero sé qué es lo