Sofía había terminado con las rondas matutinas y charlaba con los pacientes que iban a ser operados el lunes siguiente para asegurarse de que estaban bien antes de abandonar el hospital.
Dos horas antes del mediodía, estaba en la entrada del hospital, con la mirada perdida. No sabía adónde ir después.
Una ráfaga de brisa fría levantó el dobladillo de su falda. Se estremeció y su mente se aclaró al instante.
Recordó que Valerio le había hablado de las dificultades por las que estaba pasando Yolanda, y decidió ponerse en contacto con ella por si su amiga necesitaba ayuda. Sin embargo, no encontró a Yolanda en la oficina. Según la asistente, se había ido a una reunión con un cliente.
Sofía sacudió la cabeza, derrotada.
Como jefa, no trabajaba tanto como Yolanda y se sentía un poco culpable. ¿Era demasiado relajada para ser la Directora General de una empresa? Con esa idea en mente, decidió visitar su despacho.
De hecho, Sofía tenía una oficina en el Grupo Sofía. Además, el despacho del Di