A pesar de estar sumida en la desesperación, Juliana ocultó sus problemas a Paloma, consciente de que solo provocaría la ira de su madre, además de exacerbar la situación por el divorcio.
Después de consolar y persuadir a Paloma para que se durmiera, finalmente salió del hotel y se apresuró de vuelta a la villa de Rodrigo. Le habría gustado pasar más tiempo con Paloma en el hotel, pero Rodrigo había impuesto reglas estrictas, incluyendo la prohibición de pasar la noche fuera.
No se atrevió a desafiar esas normas y corrió de regreso a casa lo más rápido que pudo, incluso cuando el reloj ya marcaba medianoche.
Al llegar a la villa, abrió la puerta con cautela, pensando que Rodrigo probablemente ya estaría durmiendo. Planeaba dirigirse en silencio a su habitación para ocultar que había estado fuera. Sin embargo, para su consternación, las luces se encendieron cuando llegó al salón.
Rodrigo estaba sentado en el sofá, y su mirada gélida le produjo escalofríos.
—¿Dónde has estado?
“¿Por qué