En el despacho del presidente, Alejandro resistió el miedo y siguió a Julio adentro.
—¿Has encontrado la información sobre mi exesposa? —Julio lo miró fríamente En su voz no se podía discernir ninguna emoción. Y a pesar de ello, Alejandro estaba cada vez más asustado.
No entendía qué le pasaba a su presidente. Antes solo se molestaba en preguntar sobre la exesposa una vez al año. ¿Por qué habían aumentado las pregunta después del divorcio?
Negó con la cabeza y dijo:
—No... no la encontré.
Al oír la respuesta , la mirada de Julio se volvió más fría, como si fuera un hielo cortante.
—¿Cómo se llama? —preguntó Julio.
—Sofía —respondió Alejandro.
Veía a Julio, que estaba sentado frente a él, respirando profundamente, como si estuviera reprimiendo algo.
—¿Nunca la has visto? — preguntó Julio de nuevo.
Alejandro negó con la cabeza y dijo:
—No ha venido a la empresa, y usted tampoco ha ido a la Mansión César. Así que, naturalmente, no la he visto.
En días normales, si ocurría algo Sofía se c