El dolor y el arrepentimiento se mezclaban. Estaba pensando en bajar a comprar medicinas cuando oyó pasos acercándose a la puerta otra vez.
Miró y vio a Julio.
—¿No te habías ido?—dijo muy sorprendida.
—Sólo tengo analgésicos. No tengo nada para ayudarte con el estómago. Puedes tomar esto por ahora—dicho esto, le entregó las pastillas y le dio con delicadeza un vaso de agua tibia.
A Sofía no le importaron las medicinas que tenía. Las tomó y se las tragó.
Diez minutos después, se sentía mucho mejor. Se incorporó y dio las gracias a Julio.
Él la miró durante un rato con la mirada muy seria. Después dijo:
—¿Quieres suicidarte o qué? ¿Cómo puedes saltarte comidas sabiendo que tienes problemas de estómago?
Ella no se apuró a contestar. Tomó un sorbo de agua, se sintió mejor y luego contestó.
—Ya sabes lo que ha pasado hoy. ¿Como podría encontrar tiempo para comer?
Tampoco quería trabajar con el estómago vacío, pero una intervención podía durar entre seis y siete horas. N