Antonio acababa de salir de la ducha cuando escuchó un golpe en la puerta. Al abrirla, vio a Mariana parada en el umbral. En ese momento, ella también se había cambiado, llevaba un delicado camisón rosa, y sus piernas largas y blancas se mostraban así, sugiriendo una elegancia primaveral sin fin.
Antonio apartó la mirada y la miró directamente,
—¿Pasa algo?
—T-tengo... algo— Mariana estaba muy nerviosa, —la luz de la habitación de repente tuvo un problema, ¿puedes echarle un vistazo?
—Claro. —Antonio no se negó y se levantó para salir de su habitación, siguiendo a Mariana hacia la suya.
—No sé qué pasó, la luz comenzó a parpadear de repente, se veía un poco aterrador— Mariana estaba junto a Antonio, mirando la luz sobre sus cabezas, mordiéndose el labio y acercándose a él.
Antonio echó un vistazo,
—probablemente sea un problema eléctrico. Mañana enviaré a alguien para que lo revise.
—Está bien— Mariana asintió.
—Si te asusta, puedes cambiar a otra habitación— la villa tenía muchas ha