Capítulo 23
Luciano condujo sin rumbo fijo luego de salir del hospital, dejando que el paisaje se desdibujara a través del cristal de su auto. La rabia y la tristeza se entrelazaban en su pecho tras la muerte de Emiliano y cada vez que pensaba en su madre, su furia crecía debido a lo insensible que podría llegar a ser.
¿Cómo podía ser tan fría en un momento como ese? La muerte de Emiliano no era solo una pérdida cualquiera para él, más bien era un golpe devastador porque él se sentía culpable tras la discusión que lo llevó a estar en semejante situación. Sin embargo, Lucrecia, todo se reducía en esa maldita receta que su padre le había dejado a Amara. Seguramente lo había hecho cuando se fueron solos a platicar.
Mientras Luciano seguía sin tener un rumbo fijo, en la mansión, Lucrecia se desquitaba con los pobres empleados que no tenían la culpa de nada. Ella solo gritaba órdenes al personal del servicio y su voz resonando en los pasillos vacíos como un trueno en plena tormenta. Todos