Podía sentir como mis manos temblaban e incluso escuchaba el latir de mi corazón y temía que alguien también pudiera escucharlo. Él solo hecho de estar consciente de que el hombre que estaba esperando por un baile y el cual me tenía de la mano dirigiéndome a una de las habitaciones de este gran hotel me tenía con los nervios de punta.
Guarde mi teléfono en mi pequeño bolso e intente cambiar mi expresión por una mejor. Una expresión en donde las cosas estuvieran normales y yo no estuviera a punto de tener un ataque de pánico.
Llegamos a uno de los enormes pasillos en la parte superior del lugar y Francesco abrió una de las puertas con una tarjeta mágica para luego invitarme a pasar.
─Primero las damas ─in