02 meses antes de la boda

Harry observaba las flores de una de las amplias mesas de la floristería. Opinaba para sí mismo sobre todas las flores. Se detuvo al ver peonías en rosado y blanco, esas eran las flores favoritas de su prometida, por ende esas serían las protagonistas del salón el quince de Agosto. No sabía qué color le gustaría a ella, así que apeló a pedir su opinión. La llamaría para que ella se acercara a donde él estaba, pero el establecimiento estaba atiborrado de personas, decir su nombre a voz alta llamaría la atención de más de un cliente. Resolvió en ser él quien fuese hacia donde ella estaba.

-Amor…- Dijo, despojándola de su letargo. La notó ida y no dudo en preguntar. - ¿Estás bien?-

-Sí, me distraje viendo esas flores.- Se excusó, señalándole el mencionado ramo.

-¿Las calas?- Inquiero extrañado, no sería una mata sofisticada, ni la primera vez que ella la veía.

-Sí.- Afirmó.

-Encontré las peonías.- Recuperó Harry el tema principal.

-Nunca las había visto en negro.- Insistía ella en las flores.

-Amor si tú quieres te regalo un ramo para nuestra boda, pero elijamos las peonías.-

                Sólo allí fue que Dina miró los ojos de Harry, lo indagó un rato y luego de concederle un beso sutil en la boca dijo.

-¿Dónde están la peonías?-

                Avanzaron hasta el punto de donde Harry se devolvió y debatieron el color de las peonías. Luego de dar su opinión, decidieron que serían rosadas, tal cual como usó Harry para la propuesta. Tuvieron que esperar detrás de muchas personas. Persistiendo calmados en el avance de la fila. Sostuvieron una conversación con el objetivo de que se acortaran los minutos y lo consiguieron, al estar frente a la recepcionista hicieron su reservación.

-Queremos cuatro docenas de peonías rosadas, para el quince de Agosto.- Pidió él, mientras la mujer anotaba en su computador.

-Muy bien. Las querrán sueltas o un arreglo predestinado.- Ofreció la comerciante.

-Sueltas.- Aseguró el novio.

-¿Algo más? –Preguntó la chica, Harry miró a Dina y ella en un susurro lo suficientemente alto para que su novio la oyera solicitó lo prometido.

- Y un ramo de calas negras.-

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