>>> Valentina Bianchi: Me encontraba en la mansión de Francesco y María Andreotti… Una pareja encantadora que siempre quiso que sea parte de su familia. Esa noche, después de la cena, caminaba por los pasillos, escuchando el sonido de mis pasos resonar. Sostenía una copa de vino en mi mano. M@ldita mansión… Estaba llena de recuerdos para mí. Con un profundo suspiro, cerré los ojos y me dejé llevar por la corriente de mi memoria. ……………….. ✧✧✧ Hace ocho años atrás. ✧✧✧ Sucedió esa noche lluviosa de hace ocho años. En la imponente mansión, de los señores Andreotti. Estaba al volante de mi automóvil, el motor ronroneando suavemente mientras la lluvia golpeaba el parabrisas, creando un sonido leve… Mis manos temblando ligeramente, mi corazón latiendo desenfrenado. Las luces de la entrada apenas iluminaban el camino, y sentí cómo mi corazón latía con fuerza lleno de ansiedad. ¿Debía hacerlo? Pensé, sin poder controlar mi nerviosismo. A medida que me acercaba, mi mente se
>>> Valentina Bianchi: La habitación estaba envuelta en un silencio tenso, solo interrumpido por el sonido de la lluvia que seguía cayendo con fuerza. Sentí cómo mi corazón latía con fuerza mientras me inclinaba hacia Lorenzo, mi voz un susurro suave y sensual: —¿No quieres que te consuele? —pregunté, sintiendo la atracción entre nosotros. Él siempre me rechazó por mi edad, y quizá, su atracción hacia mí, era por su estado de ebriedad… Pero no lo dejaría ir. No esa noche. Lorenzo cerró los ojos, como si intentara resistirse. Me incliné más, mis labios rozando los de él en un beso suave y tentador. Al principio, él se mostró reacio, pero pronto se rindió, atrapado en la intensidad del momento, de nuestros labios mezclándose. Mis manos comenzaron a despojarlo de sus ropas, y Lorenzo, con un movimiento ágil, me tomó por la cintura, acercándome más a él. —Ah~ —solté un gemido, sintiéndome deseosa. —Esto no debería estar pasando —murmuró él, aunque sus palabras er
>>> Valentina Bianchi: Me encontraba en la que una vez fue la habitación de Giovanni, mi actual ex-prometido. La mansión de sus padres, ahora parte de todos esos recuerdos lejanos, estaba sumida en un silencio incómodo. Miré a mi alrededor. Las mantas blancas cubrían los muebles, como si intentaran ocultar el pasado que se aferraba a cada rincón. Las cajas apiladas en un rincón. Tomé un sorbo de vino de la copa que tenía en la mano; el líquido rojo se deslizó cálido por mi garganta, pero no logró calmar la tormenta dentro de mí. Suspiré y me dejé caer en un sofá, sintiendo la tristeza apoderarse de mí. Mis ojos celestes se posaron en una caja etiquetada como "álbumes". La curiosidad me invadió y, me levanté, me acerqué a ella… y La abrí. Al instante, una oleada de nostalgia me inundó. Fotografías de momentos de la familia Andreotti. Entre ellas, vi una de Lorenzo, sonriendo, conmigo entre sus brazos. No pude evitarlo, mis lágrimas comenzaran a caer. Su muerte me segu
✧✧✧ Esa noche. En la mansión del señor Andreotti. ✧✧✧ Giovanni cerró la puerta tras de sí con un leve sonido. La luz tenue de las lámparas iluminaba suavemente el espacio en la habitación matrimonial, proyectando sombras en las paredes. Su mirada gris clara se posó en Kathia, que lo esperaba en un sillón individual de la sala anexa, y su corazón se sintió un poco más ligero al ver a su amada. Kathia, con su bata roja de seda que caía delicadamente sobre su figura, emanaba una sensualidad innata. El encaje negro que adornaba la bata realzaba su belleza, y a pesar de su ligero embarazo, su esencia seguía siendo cautivadora. Sus ojos avellana brillaban con amor y preocupación, y Giovanni no pudo evitar detenerse un momento para apreciarla. Sin embargo, la preocupación lo invadió. ¿Seguiría molesta su mujer? La cena había sido tensa tras la pequeña discusión que tuvieron. Pero esa hermosa profesora, lo sorprendió. —Te hice un trago —dijo Kathia, su voz suave. Se levantó y se
Kathia se levantó de la cama, las luces doradas de las lámparas bañando la habitación. A su lado, Giovanni yacía profundamente dormido, su respiración tranquila contrastaba con la tormenta de emociones en el pecho de la bella profesora. La culpa la envolvía. Había tomado la decisión de darle esa medicina, de hacer que se durmiera, pero ahora, al verlo así, su corazón se llenaba de dudas. Se levantó lentamente, sintiendo el frío del suelo contra sus pies. Se vistió rápidamente con una camiseta y unos pantalones cómodos, su mente girando en torno a lo que debía hacer a continuación. Sabía que su marido tenía las llaves de su oficina en el maletín que siempre dejaba en el anexo de la habitación, y esa noche, la curiosidad y la preocupación la empujaban a buscar respuestas en esa oficina. —No puedo dejar que esto continúe mi amor… es por ti que lo hice… —susurró para su amado, mientras se dirigía hacia la puerta de la habitación. Caminó con cautela, evitando cualquier ruido q
✧✧✧ Al día siguiente. En Los Ángeles, Estados Unidos. ✧✧✧ En un apartamento del centro, la atmósfera era tensa. Stéfano, se movía de un lado a otro con impaciencia. Su expresión mostraba frustración, cada vez más evidente a medida que pasaban los minutos. —Maldita sea, Giovanni —murmuró, apretando los puños—. ¿Dónde estás? ¿Qué putas haces que no puedes atender una m@ldita llamada? Se detuvo por un momento, mirando su teléfono móvil, una gran cantidad de llamadas sin respuesta. Él no contestaba. Sabía que Giovanni no era de los que fallaban, pero ahora era diferente. Tenía que enfrentar todo solo, y eso lo ponía de mal humor. La situación era delicada, y no podía permitirse ningún error. En la habitación contigua, Marina estaba encerrada. Había intentado abrir la puerta, pero Stéfano había sido claro en su decisión: su seguridad era lo primero, y él no podía arriesgarse. Sin embargo, Marina no se quedaría quieta. ¡PUM! ¡PUM! ¡PUM! ¡Golpeaba la puerta con fuerza! —¡¡¡STÉF
✧✧✧ Esa mañana, en la mansión del señor Andreotti. ✧✧✧ El aire fresco de la mañana mecía las copas de los árboles, y los suaves rayos del sol se filtraban entre las hojas, proyectando sombras sobre una manta extendida cerca de un estanque. Las risas de un niño resonaban, llenando el espacio con alegría. Kathia, con su cabello castaño claro recogido en un moño desordenado, se encontraba sentada junto al pequeño Alessandro. Él, miraba con ojos brillantes mientras repetía con entusiasmo las oraciones en inglés que ella le había enseñado. —Repeat after me, Alessandro —dijo Kathia con una sonrisa cálida—. "The cat is on the mat." Alessandro, con su voz aguda, repitió con un énfasis que lo hacía sonar aún más adorable: —"The cat is on the mat!" (¡El gato está en la alfombra!). La profesora sintió una oleada de felicidad al escuchar su respuesta. Mientras le enseñaba, acariciaba su vientre ligeramente abultado, recordando que dentro de ella crecían dos vidas. La felicidad en
✧✧✧ Esa misma mañana, en Nápoles, italia. ✧✧✧ El cielo azul brillaba sobre un sendero natural, rodeado en sus costados por árboles frondosos que se mecían al compás del viento. Un automóvil elegante y oscuro, se detuvo frente a una casona de estilo rústico, de dos plantas, construida de piedra y con techos de tejas rojas. William Johnson, descendió del vehículo. Su cabello estaba perfectamente peinado hacia atrás, y su traje oscuro acentuaba su figura esbelta y poderosa. Mientras el conductor cerraba la puerta, William observó a su alrededor, su mirada evaluativa. Delante de la casona, un grupo de hombres de aspecto peligroso custodiaban la entrada. Sus miradas eran serias, y las armas que llevaban visibles en sus caderas hablaban de la naturaleza de los negocios que se manejaban en ese lugar. Un hombre en particular, con un aire intelectual y anteojos que le daban un toque de distinción, se acercó con una tableta digital en mano. —William Johnson, ¿verdad? —dijo Fabrizzio,