>>> Kathia Andreotti:
Sus ojos grises se posaban sobre mí con una intensidad que me dejaba sin aliento, y una media sonrisa seductora se dibujaba en sus labios, como si supiera el poder que ejercía sobre mí con esos simples gestos. Era simplemente él.
—No. Voy a respetar las decisiones de mi esposa, no me aprovecharé de ti —dijo, su tono juguetón contrastando con la seriedad de su rostro.
Mi corazón se hundió ante esas palabras. ¿Acaso estaba intentando humillarme? ¿Esperaba que me retractara, que me arrodillara y gritara al mundo cuánto lo amaba? ¿Que él era mi adicción, mi perdición?
Y así, comenzó a alejarse, dejando un vacío helado en el aire. ¿De verdad se iría? ¿Era posible que no hiciera nada? Tal vez estaba cansado, pero en el fondo sabía que este hombre estaba jugando conmigo. No iba a dejar que hiciera lo que quisiera… No, señor Andreotti, aquí mando yo.
—¿A dónde crees que vas? —le pregunté, con una voz seductora, mientras me sentaba en la cama y lo retenía de