POV Amara

El carruaje avanzaba lentamente por el camino de tierra, levantando pequeñas nubes de polvo que se deshacían en el aire como recuerdos viejos. Hacía mucho que no regresaba a mi pueblo, y aun así cada árbol, cada curva del sendero, cada piedra cubierta de musgo me resultaba familiar. Dolorosamente familiar.

Era extraño regresar ahora, siendo la reina de Dalmora; sentía que el título quedaba suspendido detrás de mí cada vez que me acercaba más a estas tierras. Aquí no importaban mis joyas ni mis vestidos ni los protocolos. Aquí seguía siendo Elara, la hija de una mujer rota que logró levantarse… y también la hija de un hombre que destruyó todo lo que tocó.

Leonard pensó que un día o dos en mi aldea me vendrían bien, la tensión que he vivido tras la aparición de mi padre, dejó un hueco en mi pecho.

"Quiero verte feliz” me había insistido Leonard antes de dejarme partir. Pero necesitaba venir así, sin guardias, sin escoltas, sin nada que interrumpiera lo que debía enfrentar.

El