"Hace un mes, yo firmé y tú también. Así que desde hoy, ambos somos libres. Me voy, no me busques. Que tú y Paula sean felices, y que mi vida en adelante sea libre y sin ataduras."
Cada palabra resonó en los oídos de Felipe como un trueno en primavera. No podía creer lo que ponía. Sus pupilas se dilataron al máximo y sus labios temblaron.
¿Cómo que ambos habían firmado? ¿Qué ya estaban divorciados?
¿Cuándo había firmado él?
La cámara se le escapó y cayó, haciendo volar la carpeta que golpeó sus piernas.
El enorme título del "Contrato de Divorcio" quedó frente a sus ojos. Lo recogió rápidamente y pasó directamente a la última página. Allí estaba la firma de Lucía.
Y justo al lado, en el espacio correspondiente, había otra firma.
Una firma que conocía demasiado bien.
Porque era la suya.
Las letras escritas por su propia mano.
Felipe.
De repente, todos los detalles que había ignorado cobraron sentido.
El día que se encontró con Lucía en el bufete, ella dijo que iba a bus