8.

Levanto mi arma hacia ellos y mis hombres me imitan, los neófitos hacen vocalizaciones y enseñan los dientes, justo cuando voy a jalar el gatillo algo cae sobre mí, haciéndome errar la puntería, caigo sobre mi espalda con esa cosa encima, me mantiene agarrada por las muñecas, intenta acercar sus fauces a mi cuello, con la poca fuerza que tengo giro con esa criatura, cambiando la posición termino encima de ella, zafo mi mano armada, siento como sus garras rasguñan mi piel, apunto directo a la cabeza y disparo una sola vez, el sonido causa eco junto con el resto de los disparos de mis hombres, me levanto lentamente y veo a mi víctima volverse polvo ante mis ojos, su vestimenta era la de un enfermo hospitalizado, traía de esas batas que les dan y en el piso entre las cenizas dejó su pulsera de identificación. Sigo escuchando disparos detrás de mí, cuando volteo los vampiros han sido neutralizados por mis hombres. 

—¡Bravo!, ¡fantástico trabajo como siempre!—, identifico esa voz, volteo hacia la entrada por la que pasamos y veo a Abraham Stonethunder caminando hacia nosotros con paso firme y confiado. 

—Señor, ¿qué hace aquí?—, lo veo fijamente mientras enfundo el revólver de nuevo. 

—Quería ver si el desempeño de la casa Stoneblack seguía siendo tan bueno como siempre, me alegra ver que si— dice con una sonrisa de oreja a oreja mientras todos lo vemos desconcertados. 

—Este no es un lugar para usted— camino hacia él. 

—¿Y para ti si?—, me pregunta mientras hace una seña, entran dos de sus hombres quienes revisan la zona. 

—Yo estoy acostumbrada a esto— le digo mientras veo  como uno de ellos me arrebata la pulsera de identificación del vampiro. 

—Y yo también lo estuve, al principio solo éramos tu papá, el señor Stoneheart y yo contra el mundo, NOSOTROS, fuimos quienes creamos esta comunidad, antes solo éramos un grupo de personas dispuestas a defenderse, ahora defendemos a la humanidad— dice con orgullo y la frente en alto mientras se sujeta a su bastón, de repente se queda pasmado, con los ojos desorbitados viendo detrás de mí. 

Giro lentamente y veo en una de las esquinas un par de ojos azules que se me hacen muy conocidos, es Kronos quien ve todo desde lejos, recargado en la pared viéndonos desde hace no sé cuánto tiempo, con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Coronel!, ¡CORONEL!—, grita el señor Stonethunder mientras yo sigo con la mirada hacia Kronos sin entender que está haciendo, exponiéndose así. 

—¡Señor!, aquí estoy, ¿qué pasa?—, dice el coronel asustado por los gritos.

—Un titán— responde el señor Stonethunder sin quitarle la vista de encima a Kronos. 

—¿Un titán?—, repite Pierre sorprendido por lo que dice. 

—Cuidado, un vampiro tan viejo es sumamente poderoso, no hay que confiarnos— dice el señor Stonethunder mientras Kronos se queda fascinado de ver cómo le temen. 

—¿Qué haces aquí Kronos?—, me desespero con tanta meticulosidad, tanto suspenso y doy un par de pasos hacia él. 

—Artemisa, retrocede— dice el coronel con preocupación, intentando persuadirme. 

—¡Manténganse listos para atacar!—, avisa Stonethunder y de inmediato escucho como suenan las armas al ser apuntadas hacia él. 

—Vaya, me tienen rodeado y amenazado, pobre de mí— fanfarronea Kronos con algo de aburrimiento, ¿qué intenta hacer?

—Kronos... habla de una vez— le digo mientras la adrenalina corre por mis venas, cuando él me ve, da un paso hacia delante y cae de rodillas dramáticamente. 

—¡Maldita sea!, ¡no disparen!, ¡me tienen!—, ¿qué carajos cree que está haciendo?, —creo que me han capturado— sonríe mientras extiende sus manos hacia mí juntando las muñecas. 

Noto como los hombres de Stonethunder se acercan con intenciones de capturarlo, pero algo no está bien, no puedo creer que se esté entregando, ¿con qué fin?, ¿qué gana? Levanto una mano hacia ellos y de inmediato Pierre entiende lo que pasa por mi cabeza, mis hombres se ponen entre ellos y nosotros.

—¡No se acerquen!—, grito con fuerza, no puedo despegar mi mirada de la de Kronos, el maldito ríe divertido por lo que ve.

—¡Artemisa Stoneblack!, ¡exijo saber lo que pasa!—, arremete Stonethunder molesto, para él es toda una victoria tener a un titán rendido a nuestros pies.

—Esperas una pelea más justa... ¿no?—, responde Kronos mientras se levanta, se ve divertido, sin que sea capaz de darme cuenta por su velocidad me sujeta por el cuello, pero no imprime fuerza, solo me toma mientras poso mis manos en su brazo. —¿No harás nada cazadora?

Entre cierro los ojos, maldito hijo de puta, ¿qué intenta?, ¿qué quiere?, meto mi mano por enfrente de él, lo sujeto del cuello de su camisa y lo jalo hacía el frente mientras levanto mi rodilla al mismo tiempo, lo golpeo con fuerza, pero creo que el golpe me duele más a mí que a él. Me suelta y sacude la cabeza, lo tomo por el cuello, me saca una cabeza de altura así que lo hago agacharse.

—¿Qué carajos quieres?—, le pregunto apretando los dientes con fuerza, me molesta que me quieran ver la cara.

Sonríe divertido por todo lo que pasa, siento algo frío acariciando mi mejilla, no es su mano, cuando veo de reojo es mi revólver, acaba de sacarlo de su funda y ahora juega con él, acariciando mi rostro, divertido.

—Que cazadora tan descuidada— Dice serio, como si fuera más un consejo que una amenaza.

Suelto con una mano su ropa y saco el cuchillo, lo pongo en su cuello, apoyando su filo sobre su piel mientras él levanta las manos y deja colgando por el gatillo el revólver en uno de sus dedos, se está divirtiendo, no soy capaz de borrar esa sonrisa de su maldito rostro.

—¿Qué carajos tramas?—, le pregunto mientras solo se encarga de reírse estruendosamente.

—¡Artemisa Stoneblack!, deje que el coronel se encargue del vampiro— interviene Stonethunder y sin voltear a verlo alejo el cuchillo del cuello de Kronos, lo guardo en su funda y tomo el revólver para hacer lo mismo, doy un par de pasos hacia atrás mientras el Coronel se acerca y pone un rosario de plata bendita en las muñecas de Kronos, noto como su piel empieza a liberar vapor, se quema, pero parece no causarle el menor dolor. 

—Art, por favor— Dice el coronel invitándome a retirarme, retrocedo aún más y volteo hacia Stonethunder que parece emocionado por la captura.

—¿A dónde lo llevarán?—, le pregunto de manera altanera, esa mirada llena de avaricia no me agrada nada.

—¿Cómo que a dónde?, lo movilizaré hasta la mansión Stonethunder— me dice ofendido, parece que no me cree merecedora de sus explicaciones, cosa que me viene importando poco.

—No, es muy lejos... sería muy fácil para él escapar— noto la sorpresa en sus ojos, supongo que nadie le dice que no.

—¿Puedo saber entonces usted qué propone?—, ignoro totalmente su sarcasmo.

—El taller de armas, tiene celdas para vampiros, serán suficientes para contenerlo mientras se le ocurre algo mejor y está a unos cuantos metros de aquí— me cruzo de brazos y me planto frente a él, esperando su respuesta.

—Bien, ya oyeron… ¡al taller de armas!—, da la orden a sus hombres con pesar, siento la mirada de Kronos detrás de mí, pero me rehúso a voltear, así que sigo a Stonethunder a la salida.

La historia de cómo es que se formó todo esto, sinceramente la desconozco, un buen día mi padre, el señor Stonethunder y el señor Stoneheart se unieron para cazar vampiros, lobos y todo aquel ser sobre natural que atentara contra la sociedad, no sé sinceramente como es que se dieron cuenta de la existencia de esos seres, solo sé que antes no eran personas con tantos recursos y riquezas, solo se dedicaban a salir de noche y patrullar, cuidar a las personas que corrieran peligro, empezaron a disminuir la presencia de estos seres y empezó a crecer su imperio, como cosa divertida, todos se llaman Abraham, de igual forma no sé si decidieron llamarse así cuando empezaron a ser cazadores o en verdad siempre se han llamado así. No es una organización que lleve muchos años trabajando, pero estoy segura que si hay más, por lo menos esta es de las más fuertes y complejas. Tampoco sé cómo es que consiguieron la benevolencia del gobierno, no entiendo como el primer ministro, el presidente y el parlamento simplemente se hacen de la vista gorda, dejan todo en manos de la milicia, específicamente designan a un hombre para poder ser ese límite entre lo mundano y lo sobre natural, y ese hombre como ya lo habíamos dicho es el coronel Zajac, es un hombre joven, sinceramente no lo he tratado mucho, siempre declino la oferta de entablar conversaciones con él, eso lo dejo en manos de Cliff quien siempre ha sido mi intermediario entre el resto de la sociedad y yo.

Estamos en el taller de armas, al principio solo se encontraba en las mansiones, pero dado que nos hemos expandido bastante y a veces las municiones se acaban, se crearon talleres de armas en diferentes puntos estratégicos con el fin de nunca quedarnos desabastecidos, además funcionan para la investigación, hay gente aquí, los forjadores, hacen descubrimientos e improvisan con algunas armas ya fabricadas, les hacen mejoras o las reinventan, lo cual nos ha ayudado en la cacería de estas criaturas, cada vez hay más seres que atacan humanos, como sirenas, elfos incluso hadas y siempre es bueno visitar a los forjadores antes de una misión. Además de funcionar como taller y laboratorio son un buen lugar para tener prisioneros, hay una zona específica para las celdas y son especializadas para contener a las diferentes criaturas, principalmente a las que son las más grandes amenazas como vampiros, hombres lobo y algunas brujas. Este taller en el que estamos está casi a las afueras de la ciudad, en la zona industrial, en esa parte donde las fábricas en banca rota han dejado de funcionar y sus paredes destruidas y puertas oxidadas nos dan una buena fachada para seguir trabajando ajenos a la mirada de los humanos curiosos. 

—Artemisa, ¿qué haces aquí?—, escucho la voz de una forjadora, mi querida Rose, su cabello gris no se puede confundir, pese a que es joven, por genética, supongo, su cabello se ha encanecido por completo, es algo enigmático ver un rostro de una mujer de 30 y tantos con el cabello totalmente gris.

—Hago un crucigrama— le digo mientras levanto la revista que estoy rayoneando, y no miento, en verdad lo estoy resolviendo. —Palabra de seis letras, se usa para matar vampiros— digo mientras veo fijamente cada palabra, estos juegos son cada vez más difíciles.

—Estaca— pone los ojos en blanco, claramente está desesperándose con mi demencia —deberías de estar allá con el coronel y el señor Abraham— se cruza de brazos y noto como sus bíceps sobre salen, es una mujer musculosa, supongo que tanto golpear el acero le ha ayudado a forjar ese cuerpo.

—¿Para qué?, no tiene sentido— le digo mientras la veo fijamente, pongo la revista en la mesa donde tenía en alto mis pies, los cuales bajo para poder levantarme.

—Entonces, ¿qué haces aquí?—, cambia de posición sus manos, ahora las pasa a su cintura, parece empezar a desesperarse.

—Cuido que no se les escape el encantador hijo de perra que está allá adentro— le digo con la sonrisa de oreja a oreja, tratando de ser agradable.

—Vale, pues desde aquí no es buena idea, deberías de entrar, porque si se les escapa a esos estúpidos no quiero perder mi taller, ¿entiendes?—, señala con su pulgar la dirección de la celda mientras noto como se molesta. —Confío en ti para mantener el orden, en ellos no, así que mueve ese culo hasta allá y has tu trabajo Stoneblack. 

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