9.

Me da gracia la forma en la que me habla, para Rose no existen los rangos ni la jerarquía, si estás en su taller ella es quien manda, ni más ni menos. Fue una de las estudiantes de mi padre, por eso es que tenemos una relación más o menos estrecha, podría decir que es como una hermana mayor. 

—¡Señor, si señor!—, le digo haciendo un saludo con la mano mientras camino con pesadez hacia el pasillo que lleva a las celdas.

—¡Oye!, ¡no se te olvide!—, me grita y en cuanto volteo me avienta mi revólver, lo cacho inmediato y lo giro con un dedo mientras le guiño un ojo y sigo caminando.

Camino por los pasillo, llego a la primer puerta, es enorme y de metal grueso, está custodiada por dos forjadores, abren la escotilla y me dejan pasar, empiezan las celdas, estas por lo general son para hombres lobos, los barrotes están hechos con plata, lo que evita que puedan si quiera tocarlos, con forme avanzo llego a las de los vampiros, tiene un cristal grueso, como de diez centímetros, pero además de eso una luz UV cae desde el techo, cubriéndola, dándole un aspecto violeta al cristal, dentro hay cruces benditas, pero claramente no meterían a un titán en una de estas, no, para ellos no sería suficiente. 

Sigo caminando hasta al final de las celdas, donde parece que el camino acaba hay un pasillo angosto hacia la derecha, lleva a una habitación que posee una única celda, despegada de las parecer, encima de ella hay un domo que se abre y se cierra a voluntad dejando entrar la luz del sol dentro de la celda, mientras que los vidrios que forman las paredes tienen un haz de luz UV que las protege de cualquier ataque interno del vampiro, dándoles de nueva cuenta esa apariencia morada al cristal, no solo eso, hay barrotes a medio metro de distancia como segunda barrera, estos barrotes están hechos a partir de cruces de la catedral de San Pedro, una donación directa, se fundieron para crear cada pieza de metal. 

Cuando rebaso la puerta los hombres del coronel me intentan detener, hay dos apostados en ella, otros dos cerca de la entrada de la celda y algunos otros en un balcón corrido que rodea toda la habitación, por seguridad no paramos, pero aun así no confío en ellos, no confío en su capacidad, no es por ser vanidosa, pero sinceramente no confío en nadie más que en mí y en mis hombres, y eso no siempre. 

—Déjenla pasar— les da la orden el coronel que ve con atención mi presencia, se aleja de los barrotes para poder encararme. —Creí que no vendrías— se cruza de brazos mientras espera a que hable.

—Sí, bueno... heme aquí— le intento sonreír, pero apenas mis labios se vuelven una línea recta.

—No confías en nosotros— me dice seriamente, noto a Kronos hasta una esquina de la celda hexagonal mientras que el domo deja pasar la luz necesaria para dibujar una línea de un metro que divide la celda en dos, del otro lado está sentado ante una mesa el señor Stonethunder.

—No es eso... yo…— intento inventarme algo, claramente no confío en ellos, pero quiero comportarme de manera educada.

—No era pregunta... lo sé— me dice sin voltear a verme, me alegra que me conozca. 

—Buscaré un lugar donde aplastarme mientras terminan de hacer lo que tengan que hacer— empiezo a voltear hacia todos lados buscando algo que hacer, donde entretenerme o por lo menos donde sentarme.

Apenas doy un par de pasos cuando el señor Stonethunder se levanta de la silla haciéndola rechinar de manera insoportable, sale de la celda custodiado por dos guardias y el domo vuelve a moverse, la luz se reduce dándole libertad de movimiento a Kronos a través de la celda. No tarda mucho en verme y se acerca lo más que puede al vidrio sin quitar su mirada lasciva de mí, de manera natural y sin dudar levanto mi dedo medio, enseñándoselo como símbolo de protesta, una manera satisfactoria de expresar mi falta de conformidad con la situación.

—Quiere hablar con ella— dice Stonethunder tomándome por sorpresa, volteo a verlos y ellos a mí, ¿conmigo?, ¿en serio?, ¿por qué?, regreso la mirada hacia Kronos quien me ve divertido.

—No lo permitiremos o ¿sí?—, le pregunta el coronel con algo de preocupación.

—Se rehúsa a entablar una conversación hasta que hable primero con ella— dice Stonethunder sin mucha alegría, voltea hacia mí, me ve con pesar. —Tendrás que entrar ahí y hablar con él.

—¿Cómo por qué accedemos a sus peticiones?, no entiendo que beneficio tenemos, matémoslo y olvidémonos de todo ¿ok?—, le digo mientras me acerco a ellos con pesadez y desganada.

—Apoyo el plan— dice el Coronel viendo fijamente al señor Stonethunder. —¿Qué puede ofrecernos?

—Se volverá un guardián— dice el viejo sin contemplaciones, nos quedamos confundidos, ¿él?, ¿aceptar ser un guardián?, ninguna casa ha tenido a un guardián de su magnitud, es como tener una bazooka para matar moscas, volteo a ver a Kronos quien solo está a la expectativa con los brazos cruzados, viéndonos fijamente. —Entra ahí, habla con él, averigua que quiere... cuando terminen se volverá guardián de la casa Stonethunder y no tendrás que volverlo a ver— me dice casi en suplica.

—Bien, bien... entraré— empiezo a caminar hacia la celda, cuando estoy frente a la puerta el domo vuelve a activarse y Kronos regresa al rincón en el que estaba cuando recién entré.

Rebaso las rejas y me acerco a la puerta de cristal, antes de abrirla vuelvo a escuchar la voz de Stonethunder, fuerte y clara.

—¡Salgan todos de aquí, quieren privacidad!—, de inmediato volteo sorprendida por lo que dice, no pienso entrar y quedarme a solas con esa abominación, el coronel Kaspar también se queda sorprendido por su petición, veo como se acerca a él refutando su orden, pero al final, no sé cómo, pero accede y da la señal a sus hombres para salir de la habitación, caminan enfilados hacia la puerta, Kaspar los sigue de cerca y Stonethunder atrás.

Antes de salir voltea a verme y asiente con la cabeza, como dándome permiso de proseguir. Volteo de nuevo hacia Kronos quien espera pacientemente cruzado de brazos, con esa sonrisa arrogante en la boca, muero por golpearlo en la cara. Abro la puerta y la cierro, camino hacia la mesa con su mirada fija mí, intento ignorarlo lo mejor que puedo, jalo la silla haciéndola rechinar, noto como cierra los ojos y aprieta los dientes, parece que ese sonido le desagrada, cosa que me alegra bastante. Me siento en la silla, subo mis pies a la mesa y lo veo fijamente esperando a que hable.

—Accediste, creí que no lo harías— avanza hacia mí con paso lento hasta donde la luz se lo permite.

—Sí, bueno... me sorprendí de lo que dijo Stonethunder— veo como pone los ojos en blanco y vuelve a reírse, su voz es varonil, profunda, causa eco en la cabeza. 

—Ese anciano, prefería mil veces a tu padre, era más consciente, un estratega muy inteligente.

—¿Lo conociste?—, no puedo ocultar mi curiosidad, bajo los pies de la mesa y me inclino hacia delante con interés.

—Sí, hablé con él varias veces, le advertí del peligro, no me hizo caso y pereció— me ve fijamente a los ojos y siento que ve más allá de ellos. —Era un buen hombre... tuve el placer de ser su compañero de batalla y su enemigo acérrimo— sonríe de oreja a oreja mientras se sienta del otro lado de la mesa, alejado aún de la luz.

—No lo puedo creer, él no se hubiera aliado contigo— me siento confundida, mi aborrecimiento hacia los vampiros lo aprendí de él. —Mientes— levanto la mirada de nuevo, molesta, odio que me mientan.

—No miento, pero es cierto que tu madre murió en manos de un titán, eso cambió la percepción del mundo para tu padre, te inculcó el miedo y el odio hacia nosotros para mantenerte protegida— se inclina en la mesa mientras me ve con cautela, analiza mi rostro.

—¿Qué es lo que quieres?—, intento cambiar el tema, no voy a creer sus palabras, si, efectivamente mi madre murió en manos de un titán, pero eso no significa que mi padre haya trabajado con él anteriormente. —Tu captura en las cloacas no fue normal, fue falsa y tonta... ¿me crees estúpida?—, le digo molesta, odio que me subestimen.

—Jajajajajaja sí, lo sé... fue una burla... y no, no te creo estúpida, al contrario, eres demasiado inteligente y astuta, eres una víbora bastante venenosa y peligrosa, apuesto que creen lo mismo los líderes de las otras casas— me molesta que se atreva a compararme de esa forma, él no tiene derecho para hacerlo aunque sea verdad. —Una víbora venenosa y moribunda— de nuevo siento esa punzada en el corazón, odio que sepa lo que me pasa, no tolero que específicamente él lo sepa y lo use en mí como un calificativo.

—¿Puedes ir al grano?, ¿qué carajos quieres?—, me levanto de la mesa con las manos en ella, siento que me salgo de mis cabales.

—Un animal moribundo es más peligroso, el ejemplo es claro— sonríe mientras se recarga en el asiento.

Ahora si se lo ganó, aviento la mesa, la volteo y me acerco a él quien me espera tranquilamente sentado mientras me quedo sobre la línea de luz, no me atrevo a traspasar el límite y él lo sabe, lo sabe tan bien que no puede contener su risa.

—Vamos, un paso más y podemos bailar— me dice con una sonrisa en el rostro, se levanta y se pone frente a mí, en el límite de la oscuridad que lo protege. —Quiero otro beso... ¿tú no?—, sabe bien como hacerme enfurecer, pero sé que su objetivo es que ponga un pie dentro, no pienso hacerlo, doy un paso hacia atrás y noto la desilusión en su rostro. —Vamos, creí que eras más valiente.

—No confundas valentía con estupidez— me cruzo de brazos mientras lo veo con arrogancia.

Noto como suspira tristemente, levanta sus hombros y da el paso hacia el frente, camina despacio hacia mí, debajo del haz de luz, el humo empieza a salir de su ropa, de su cabeza, la piel empieza a quemarse, pequeñas llamas nacen de su carne haciéndola crepitar, pero parece no interesarle, retrocedo aún más, sorprendida de lo que veo, noto como la piel que cubre sus parpados desaparece, dejando el globo ocular a simple vista, sus labios se descarnan y sus dientes se ven blancos, sus colmillos bastante afilados, cuando llega ante mí, dejando atrás de él el haz de luz, su carne vuelve a regenerarse, el fuego se apaga, un aroma a carne quemada inunda su celda, con su dedo meñique acomoda un mechón delgado de cabello que tenía atravesando su cara, detrás.

Me quedo sin palabras, simplemente no puedo comprender como sobrevivió al sol, como su regeneración es tan rápida, cuando intento dar otro paso hacia atrás estoy contra el cristal, él sonríe victorioso de ver la sorpresa en mi rostro, coloca su mano a lado de mi cabeza, recargándose en el vidrio, volteo hacia ella y noto como el haz de luz UV la empieza a carcomer, pero simplemente él no la retira, regreso mi mirada, sin comprender que está pasando.

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