7.

Cuando llegamos casi a la puerta suena el timbre, evitando las ganas de regañarnos por parte de Cliff, una de las chicas abre la puerta, voltea hacia nosotros dejando entrar al doctor Tristán, Cliff es el primero en acercarse a saludarlo.

—Doc, ¿qué hace aquí?—, me cruzo de brazos mientras lo veo fijamente.

—Señorita Artemisa— levanto mi mano evitando que siga hablando, camino hacia él.

—Solo Artemisa, Arty o Art sería mejor— le sonrío, creo que hoy me siento mejor que otros días, poder hablar abiertamente con Cliff me ayudó a sentirme mejor conmigo misma.

—Arty— responde Tristán con una sonrisa en los labios, —¿podemos hablar a solas? 

—¡Aburrido!, yo ya me voy— dice Pierre saliendo por la puerta con toda la tranquilidad.

—Claro— volteo hacia atrás como buscando donde poder hablar con él hasta que Cliff se le ocurre una idea.

—Doctor, ¿ya desayunó?—, pregunta con una sonrisa de oreja a oreja, claramente ya entendí su plan, no hago más que suspirar y poner los ojos en blanco.

Caminamos de regreso al comedor los tres, noto la sorpresa de Tristán cuando ve toda la comida servida, se quita el abrigo y lo coloca sobre el respaldo de una de las sillas, nos sentamos los tres casi al mismo tiempo, yo estoy en medio de los dos, veo todo y no se me antoja mucho, no he sido una persona muy sana y últimamente menos. Tomo un plato de fruta picada y volteo hacia el doctor quien parece no saber cómo iniciar la plática. Se acerca uno de los chicos que está a las órdenes de Cliff y le sirve jugo de naranja al doctor mientras este toma un trozo de pollo asado.

—¿Siempre comen así de saludable?—, nos ve sorprendido, con una sonrisa algo nerviosa.

—¡Claro!

—Noooooo... 

Respondemos al mismo tiempo, contradiciéndonos como cuando éramos pequeños, volteo a ver a Cliff sorprendida mientras él me ve molesto, suspiramos al mismo tiempo y volvemos a ver hacia el doctor que no puede evitar sonreír mientras ve nuestro comportamiento.

—¿A qué debemos su visita, doc?—, cambio el tema, prefiero ir al grano.

—Claro, claro— dice mientras busca y rebusca en los bolsillos de su abrigo, cuando parece encontrarlo su rostro recobra la felicidad, pone un frasco pequeño y naranja frente a mí, el plástico es transparente así que puedo ver las pastillas que contiene, me acerco a él y lo veo fijamente con curiosidad, lo tomo con cuidado y le doy vueltas en mi mano intentando comprenderlo. 

—¿Gabapen... tina?—, alcanzo a leer, pero no sé lo que digo, supongo que es el nombre del fármaco.

—Así es... es un antiepiléptico— responde emocionado mientras yo lo veo confundida, ¿en qué momento se me cambió la enfermedad?

—Doc, pero ella no tiene epilepsia— dice Cliff hablando por los dos, mientras tenemos cara de no entender nada.

—Jajajaja lo sé, pero es un medicamento adyuvante, tiene propiedades analgésicas, vamos a probar que tanto te ayuda a controlar el dolor— de repente su sonrisa desaparece y noto la presencia de ese sentimiento que aborrezco aún más que a los vampiros, lástima. —Que debe ser mucho.

—Algo— regreso mi mirada al medicamento, lo veo una y otra vez, veo girar las pastillas dentro de él.

—Entiendo que no quieras tomar un tratamiento para contrarrestar el problema, pero por lo menos podemos hacer que el dolor aminore o eso es lo que espero lograr— parece sincero y preocupado.

—Gracias, doc— alzo el frasco y saco una tableta.

—Toma una cada 24 hrs., si el dolor aumenta puedes tomarla cada 12 hrs.—, me sonríe y tomo un vaso de jugo para pasarme la pastilla.

—¿Por qué tantas atenciones?—, le digo una vez que ya tomé la pastilla, se queda un poco sorprendido por mi pregunta. —Ningún otro médico se preocupó por eso... en cuanto rechazaba el tratamiento era como si estuviera muerta, desaparecía de su lista de pacientes— una sonrisa se forma en sus labios mientras baja la mirada.

—Creo que es mi deber, cuidar de mis pacientes hasta el final y el tuyo aún no llega— levanta su mirada y sonríe algo decaído. —No dejaré de cuidarte del dolor, hasta que alguno de los dos muera jajajaja 

La mirada de Tristán irradia paz, supongo que es de eso médicos raros, casi en extinción que en verdad tienen vocación, que aman lo que hacen y por eso lo hacen bien. El desayuno pasa con algunos chistes, comentarios agradables, de vez en cuando Tristán resuelve algunas dudas de Cliff. Cuando la sobre mesa termina tanto Cliff como yo caminamos con el doctor hasta la salida.

—Gracias por todo doc, aprecio la ayuda, hágame saber el costo de todo y sus honorarios y una cuenta donde hacer el deposito— voltea a verme con una sonrisa encantadora de oreja a oreja.

—Jajajajaja no tienes por qué preocuparte, si acaso el medicamento te lo cobro, pero solo eso,  en verdad... cuídate ¿ok?—, pone su mano en mi hombro y asiento con la cabeza. Lo vemos salir de la casa y cuando cierro la puerta volteo hacia Cliff quien me ve fijamente con los ojos entrecerrados y una sonrisa pícara.

—¿Qué?—, le pregunto evitando su mirada.

—¿Cómo que qué?—, Dice emocionado.

—¿Te volviste loco?

—¡Oh!, ¡vamos!, ¿no viste como te veía?—, me quedo escéptica ante su insinuación.

—¿Con lástima?—, volteo hacia él levantando los hombros y poniendo los ojos en blanco.

—¡Noooo!, es claro que le gustas— suspiro haciendo caso omiso a su teoría.

—Estás loco— volteo hacia él cuando llego al último escalón. De repente se acerca una de las chicas de servicio con el teléfono en la mano, nos ve fijamente mientras levanta el teléfono hacia mí.

—El señor Dorian Stoneheart— abro los ojos con sorpresa y regreso la mirada hacia Cliff quien también está sorprendido.

—¿Dorian?—, espero pacientemente escuchar su voz.

—Artemisa, qué bueno que te encontré, vi el reporte que mandó Cliff del vampiro quemado de ayer, ¿todo bien?—, siento que pregunta por pura educación.

—Sí, claro, ¿qué pasa?—, no me gusta que me hagan perder mi tiempo en cosas tan hipócritas.

—Hablé con mi padre, está algo inquieto por saber que las cosas están saliendo de control en tu zona y sobre todo que estás sola— volvemos con ese tema.

—No estoy sola, tengo a Cliff, tengo a Pierre y a mis hombres— le respondo con algo de molestia mientras sigo caminando hacia mi habitación.

—Me refiero a que no tienes un guardián que te respalde o te cuide— con cada minuto empiezo a desesperarme más, no quiero ser grosera, pero empieza a acabar con mi paciencia.

—No necesito que alguien me cuide, gracias— le respondo ahora más cortante.

—Mira, quería tener tacto contigo, pero eres muy terca— vaya, ¿ahora me quiere amenazar?, —mi papá está hablando con Stonethunder sobre tu falta de guardián, así que pronto tendrás que tener por lo menos uno.

—¡Ah!, ¿puedo tener más de uno?—, le pregunto con sarcasmo aunque creo que no lo nota.

—Si es lo que deseas, tal vez en tu caso sería acertado que tuvieras más— efectivamente no lo notó.

—Gracias por tu comentario, pero no quiero un guardián, no meteré a mi casa al enemigo, no soy tan estúpida, ¿ok?—, alejo el teléfono de mi oído y cuelgo, ya me cansé de que intenten meterse en lo que no les importa.

Me quedo sentada en la cama pensando en todo, no pueden obligarme o ¿sí?, ¡carajo! Busco entre mis cosas un pantalón y una camiseta, ambos negros al igual que mis botas y mi alma. Salgo de la habitación dispuesta a perder mi tiempo cuando veo a Pierre en el recibidor con una sonrisa de oreja a oreja.

—Cariño, quítate esas botas caras, tenemos que ir a las cloacas— me dice con una sonrisa llena de emoción, veo salir a Cliff de la biblioteca con unos papeles en la mano, cuando me ve noto que duda un poco en hablar.

—Hubo otro ataque, arrastraron el cuerpo hasta las cloacas— se acerca y me da las hojas que cargaba, veo las fotos del cadáver. —Parece que hay uno o dos neófitos escondidos en ellas, ya aprendieron que el sol es malo.

—¿Vamos?—, dice Pierre mientras extiende su mano hacia mí, la tomo sin dudar un segundo. Algo de trabajo me distraerá. Cuando bajo las escaleras Cliff toma mi brazo y me detiene por un momento.

—¿Estás segura?—, veo la preocupación en su rostro, Pierre se queda desconcertado.

—Bueno, en lo que se deciden iré por una escuadra de cinco hombres y prepararé la tanqueta— dice Pierre alejándose de nosotros, cuando sale por la puerta decido hablar con Cliff con más tranquilidad.

—¿Ahora entiendes por qué no quería decirte?—, le digo con algo de molestia, pero a la vez entiendo su preocupación.

—Solo no quiero que te pase nada en tu estado— me dice con tristeza.

—Cliff, ya llevo mucho tiempo así, llevo muchas misiones así, trátame como siempre, no quiero tu lástima, no quiero que me trates diferente, aún soy capaz de mucho— le digo tratando de que me vea a la cara, pero él solo baja la mirada y mueve su cabeza de un lado a otro.

—Bien, haz lo que creas mejor— levanta su mirada y noto que no tiene mucha confianza en lo que dice.

Asiento con la cabeza y salgo de la casa hacia los cuarteles, camino rápido ya que correr me mataría. Cuando abro la pesada puerta, veo a los cinco hombres que convocó Pierre, todos están preparando sus armas, visión nocturna, dagas, cuchillas. Me acerco al arsenal y veo todo lo que tenemos para salir a jugar. Paso mis dedos por cada pistola, espada, cuchillo y daga que hay ahí. 

—¿Pensando en que te vas a llevar?—, dice Pierre mientras me observa emocionado. 

No puedo evitar sonreír, tomo la colt anaconda, un revólver magnum calibre. 45, grande, pesado, pero certero, con balas de plata benditas, perfecto para hombres lobo y vampiros, son lo suficientemente grandes para arrancarle el corazón. Me pongo una pernera y enfundo el revólver, alcanzo un cuchillo de cazador y lo enfundo en una sobaquera, quedando a la altura de mi corazón, volteo hacia Pierre que carga un M4 y un chaleco lleno de cargadores. 

—¿Lista?—, me pregunta con singular alegría. 

—Lista— le guiño un ojo antes de acercarme a él. 

Salimos en la tanqueta rumbo al sitio donde encontraron el cuerpo, no sabemos exactamente cuántos hay ahí, pero no deben de ser muchos. Al llegar bajamos todos armados y listos para la acción. Pierre quita la coladera y yo soy la primera en bajar, voy despacio con los binoculares de visión nocturna, todo se ve en verde, pequeñas manchas blancas pasan corriendo señalando a las ratas que viven aquí. Sigo avanzando y veo un cuerpo que resalta, correr por el pasillo perpendicular, saco el revólver y corro en esa dirección con mis hombres detrás de mí, cuando la vuelvo a ver se mete en otro pasillo, continuamente se me escapa, pero soy capaz de seguir su rastro hasta que llegamos a un espacio grande, la luz entra por las alcantarillas, me quito los binoculares y me quedo sin palabras, hay cinco neófitos en el piso, alimentándose del cuerpo de una mujer, cada uno mordiendo una parte diferente de su cuerpo, levantan la mirada hacia nosotros, son como animales, no veo una luz de raciocinio ni claridad en sus ojos, nos ven como presas, como comida.

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