CAPÍTULO 5

POV FERHAT

—Uf Alá Alá —repliqué, intentando guardar la calma para nuevamente entrar a la habitación—. ¿Hasta cuándo no estas lista, Zeynep?, es muy tarde…no llegaré a tiempo para el discurso.

—Lo siento, pero me siento muy mal y mi cabeza da vueltas.

La miré fijamente y estaba pálida, aunque muy bien podría ser por su maquillaje.

Se levantó de la silla donde permanecía y trastabilló en su lugar, corrí agarrarla antes que se cayera.

—¿Quieres ir al doctor?, podría llamarlo y…

—No, no —dijo rápidamente, agarrándose de mis brazos—. Creo que algo que comí me afectó, necesito descansar, así que no podré ir.

—Si estas enferma debemos llamar al doctor, para que te revise y te recete algo…no te dejaré en ese estado antes de saber lo que realmente tienes —me miró asustada de repente—. ¿Qué?

—Te estoy diciendo que estoy enferma y aun así te iras, ¿Cómo?

—Tengo un compromiso —respondí simple—. No puedo faltar Zeynep.

—Tu esposa está enferma, tienes que cuidar de mi…¿Qué es más importante que yo? —preguntó con su ceño fruncido, empezaba a enojarse y era muy irritante cuando lo hacía.

No dije nada, simplemente la cargué y la llevé hasta la cama. Llamaría al doctor y de acuerdo con lo que diría decidiría si iría o no, aunque para cuando eso sucediera sería demasiado tarde.  

—Llamaré al doctor, entonces…—sacaba mi teléfono cuando de repente me lo arrebató—. ¿Qué estás haciendo?, dámelo.

—No, no. Dije que descansaría y al levantarme estaré muy bien, pero necesito a mi amado junto a mi —entrelazó nuestras manos y sonrió—. Lütfen (por favor)

La miré fijamente por varios segundos, quería tratar de entender de que iba todo esto. Era una excusa para no asistir, pero por qué si estaba muy entusiasmada con la velada, ¿Cuál era la razón?

—Tamam (de acuerdo), no iré y me quedaré a tu lado —terminé por ceder—. Pero primero debo informarle al abuelo.

—Sağol (Gracias) —me entregó nuevamente el teléfono.

En cuanto lo encendí había muchos mensajes y muchas notificaciones.

¿Qué estaba sucediendo?

Antes de llamar, una llamada entrante del abuelo Mehmet aparecería.

—¿En dónde están?, ¿Por qué aun no llegan? —se notaba agitado.

—No podremos ir, Pardon (perdón) —estaba avergonzado, sabía lo importante que era esta noche, además era el presidente—. Zeynep está enferma, no puedo dejarla en ese estado.

Se hizo un silencio por varios segundos hasta que respondió.

—Tienes razón nieto, atiende a tu esposa. Yo me encargaré de todo.

Ahora sí que estaba seguro que algo pasaba y encima el abuelo estaba en esto, jamás diría algo como eso, no mientras inaugurábamos un nuevo hotel y el que nos dejaría grades ganancias.

—Nos vemos más tarde —colgué. Entré a W******p para ver la cantidad de mensajes que me empezaban a llegar, pero el teléfono se apagó por falta de batería.

Bueno, mañana podría ver. Seguro no era nada importante.

[…]

Sentía caricias en el rostro que me impedían seguir durmiendo, pero sonreí inevitablemente.

—No me dejas dormir, Reyyan —susurré, mientras abría mis ojos y me daba de golpe con la realidad—. Lo siento, Zeynep.

Me levanté de inmediato y salí de la cama.

No pude evitarlo, fue espontáneo…ni siquiera lo pensé y uff. Reyyan siempre lo hacía cuando se despertaba antes que yo y que Zeynep lo hubiera hecho…simplemente me recordó a ella.

No escuché que replicara algo, así que me fui hasta el baño, necesitaba salir y saber cómo había terminado la noche, aparte tenía mucho trabajo y muchas reuniones en el día. Ya arreglado salí de la habitación y Zeynep no se encontraba por ningún lado, tal vez ya estaba en el comedor. Se me estaba haciendo tarde, lo cual odiaba…era muy puntual, respetaba mi tiempo y el de los demás. Agarré mi teléfono y lo encendí, más tarde miraría los mensajes que tenía.

—¿Abuelo? —fruncí mi ceño al verlo en la mesa. También estaban mi madre, mi tía y hermana—. ¿Qué hacen aquí?, no me avisaron que iban a venir.

—Mi nieta está enferma, claro que vendríamos a primera hora para saber como se encuentra en el día de hoy…mírala, aún está mal.

Volteé a mirarla, estaba con su cabeza agachada.

—Sí, aún está mal —exclamé sarcástico—. Bueno, debo irme…que aprovechen.

—¿Por qué tan rápido, hijo? —preguntó mamá—. ¿Hace cuanto no desayunamos todo en la misma mesa?, ni siquiera recuerdo la última vez, ven y desayuna junto con nosotros…tu familia.

Ni siquiera yo podría recordarlo, estaban metidos en los negocios que los había ido olvidando poco a poco.

—Tengo trabajo —me excusé y salí del comedor para irme antes que el abuelo hablará y no tener más excusa que irme.

—Déjalo, no podemos evitar que se entere —escuché que decía.

No presté atención y seguí con mi camino.

Mi celular empezó a sonar y lo saqué rápidamente.

—¿Señor Kurt? —preguntaron.

—Sí, ¿con quién hablo? —cuestioné mientras encendía el automóvil.

—Habla el oficial Kadir, quería informarle un suceso que sucedió hace unas horas.

—Escucho —fruncí mi ceño confundido.

¿Qué había sucedido? Si hubiera pasado algo el abuelo Mehmet tendría que habérmelo dicho.

—Hoy en la mañana nos reportaron que exhumaron la tumba donde se encontraba su esposa, al ver el reporte esto no tenía por qué suceder aun, pero había una orden y al abrirlo… —se quedó en silencio por varios segundos.

—¿Qué pasa? —mi corazón empezó a latir rápidamente.

—No encontraron ningún cuerpo…el ataúd estaba vacío.

Me desconecté del mundo en ese momento y todo se volvió más lento, el oficial Kadir siguió hablando, pero no podía escuchar, estaba rebobinando sus últimas palabras una y otra vez, mientras un frío recorría todo mi cuerpo. No reaccioné hasta minutos después.

—¿Orden? ¿Quién dio la orden de abrir la tumba de mi esposa? ¿Dónde está su cadáver? ¡¿Quién se atrevió a hacer algo como eso?! —grité fuera de sí.

—La orden fue dada por la fiscalía, a petición de… Reyyan Kurt, ahora llamada Bahar Yildiz… su esposa.

El teléfono se me cayó de mis manos y todo empezó a dar vueltas en mi cabeza, salí como pude de mi automóvil tropezando con Azize y logrando caerme al suelo.

—¿Qué pasa hermano?, ¿estás bien? —me ayudó a levantarme del piso.

—R-Reyyan…Reyyan —susurré sin aliento, mi corazón dolía y mi pecho me quemaba.

Sus ojos se abrieron grandemente.

—¿Ya sabes?

Me separé de inmediato totalmente confundido.

—¿Qué me quieres decir, Azize? ¡¿de qué se trata todo esto?! ¡¿me quieren volver loco?! —las lágrimas empezaron a caer.

—Reyyan está viva, viva…estuvo ayer en la inauguración…ahora es Bahar…nieta de la familia Yildiz.

No escuché más, salí corriendo hacia mi automóvil y me subí en él. No podía pensar algo coherente, no podría ser cierto algo como eso, imposible…Mi esposa murió, mi Reyyan estaba muerta…¿Cómo?

—¡ALÁ! ¡ALÁ!

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