Me despierto sobresaltado, mi piel resbaladiza por el sudor. El aire en mi habitación es denso y pesado, el calor me presiona como un peso físico. Parpadeo para alejar los últimos vestigios del sueño, y mis ojos se abren con horror al contemplar la vista que tengo ante mí: llamas rugientes lamiendo las paredes, devorando todo a su paso.
El pánico se apodera de mí, un grito se aloja en mi garganta mientras me levanto de la cama, tosiendo y ahogándome con el humo acre que llena mis pulmones con cada respiración entrecortada. El fuego parece haberse originado en el armario, y las llamas suben más y más con cada segundo que pasa. No puedo ni empezar a entender cómo empezó esta pesadilla.
Me tambaleo hacia la puerta, mi único pensamiento es escapar, huir del infierno qu