La visita

Adley:

En otro tiempo, ella se habría derretido de amor por mí, en otro tiempo, ella se habría derretido en mis brazos, pero ahora, me quedaba claro que ese otro tiempo había pasado, ya no había y quizás, nunca más sería ese otro tiempo.

Suspiro mirando al cielo, la había perdido, aceptar aquello sin duda fue un golpe muy duro, ella era el amor de mi vida, y dolía saber que yo no lo era más, era fácil darse cuenta que ella no lo dejaría, y la verdad no la culpaba, fui un idiota, la usé de muchas maneras abusando del amor que me tenía, preferí creerle a otros en lugar de a ella, así que su desinterés e incluso si me odiaba; estaba más que justificado.

- La vi salir de aquí molesta, ¿pasó algo? –evito maldecir, lo último que necesitaba era verla u oírla–, seguro intento volver contigo –me abraza por la espalda–, es obvio que sólo está con él por el dinero, ella no sabe amar a nadie –dice suave, la aparto con brusquedad.

- Una vez creí en tus palabras, pero eso se terminó, estoy harto de ti Fiorella, tan harto que quiero el divorcio, quédate con todo, poco me importa, sólo quiero mi libertad y a mi hijo, porque sé que a ti te importa bien poco nuestro hijo –su cara de sorpresa me deja saber que no se esperaba esto.

- Adley, pero yo te amo, esa zorra no –intenta tocarme, sujeto sus muñecas.

- Ella no es ninguna zorra, jamás lo fue estando conmigo, sé que fui el primero y el único por mucho tiempo, y ahora tengo la total certeza de que él es el único y el último hombre en su vida –la suelto casi con brusquedad–, tarde me di cuenta que no sabes amar, que haberte entregado mi corazón fue una perdida total de tiempo, deje ir a la mejor mujer porque creí en tu dulzura e inocencia, me deje envolver por tus acusaciones y tus historias inventadas, pero eso se acabó, ya no más Fiorella, mañana mismo hablo con mi abogado para que comience con los trámites –digo serio pero muy seguro, Enith sólo vino a reforzar la idea que tenía con respecto a ella, sobre como ya no la soportaba.

- Aunque me dejes, ella jamás volverá contigo, eres un don nadie, un perdedor, no le llegas a los talones a ese hombre –dice con rabia, ahí estaba la verdadera Fiorella.

- Eso ya lo sé, tengo ojos Fiorella, sé muy bien que bajo ninguna circunstancia ella lo dejaría por mí, pero eso no significa que tenga que seguir soportándote, estoy harto de ti, de tu falta de interés por nuestro hijo, no me importaría que fueses una mala esposa si lo compensaras siendo una grandiosa madre, pero ni para eso sirves –sentencio antes de salir, lo que veo es a Enith susurrarle algo a Amirov antes de salir, él se disculpa, saca su teléfono y sale para responder, justo en la misma dirección que ella, no necesito ser adivino para saber a dónde van. Cierro los puños de la rabia, la tristeza y los celos, sentimientos que son por completo mi culpa.

Enith:

Sin duda alguna, tras el pequeño encuentro entre Amirov y yo tras el incidente con ese imbécil, mi estado de animo fue bueno durante el resto de la noche. Había visto a Fiorella verme con más odio que antes, Adley ni una sola vez se había acercado, había estado hablando con los otros socios toda la noche, ella parecía rabiosa, no sabía porque, pero me importaba bien poco.

Una vez finalizado el evento volvimos a casa, Amirov estaba muy emocionado, y siendo sincera, cualquier rastro de cansancio se desvaneció cuando comenzó a besarme el cuello, él sabía las partes más sensibles de mi anatomía, así que no le fue difícil ponerme caliente en segundos.

El sexo rudo me había ayudado a dormir y a despertar sintiéndome como nueva, hoy haría algo que jamás creí posible, iría de visita.

Me pongo de pie, voy al baño, primero debía vaciar mi vejiga y después me bañaría, eso relajaría mis músculos. Amirov seguro había salido temprano para la empresa, aún debían arreglar unas cuantas cosas, y con lo perfeccionista que era, no dudaba que eso estuviera haciendo.

Sabía muy bien que Rachele estaba con la señora Caruso, por esa parte no me preocupaba, además ella era una buena niña, desde pequeña lo era, Amirov bromeaba diciendo que por eso sólo la tendríamos a ella, porque un niño sería más problemático, eso basado en como fue de niño, así que tras aquello, se realizó la vasectomía, lo que resultaba bastante conveniente, no tenía que cuidarme con hormonas ni mucho menos, disfrutábamos del sexo sin miedo.

Me baño rápido, me pongo unos jeans, una blusa ¾ y voy a la cocina, Rachel esta desayunando, beso su cabeza y su respuesta es una sonrisa.

- Buenos días mami –dice lanzándome un beso, sonrío ante eso.

- Buenos días mi vida, ¿has dormido bien? –pregunto sirviéndome un poco de fruta, la señora Caruso comía junto a mi pequeña.

- Sí mami, me siento muy descansada –se estira feliz, río bajito, era demasiado enérgica.

- Me alegro amor –me siento junto a la señora Caruso–, lei signora Caruso? (¿usted señora Caruso?) –me giro a verla, a ella se le dificultaba el idioma, así que decidimos hablar con ella en italiano.

- Molto bene, ho bevuto del tè e mi ha aiutato molto, e tu? Ho visto il signore andarsene molto presto (Muy bien, me tome un té y me ayudó mucho, ¿y ustedes? Vi al señor salir muy temprano) –asiento, había supuesto bien.

- Sì, è andato in azienda, sono gli ultimi dettagli, ma lo conosci già (Sí, fue a la empresa, son los últimos detalles, pero ya lo conoces) –ella asiente, comemos en un tranquilo silencio, la verdad es que no quisiera ir, y no tendría porque, no les debo nada, pero estaba segura que Fiorella les diría, y lo último que necesitaba era tenerlos dando vueltas por aquí o cerca de dónde este, les pondría un alto.

- ¿Iremos por helado en la tarde? –pregunta mi pequeña cuando tomo mi bolso, le había dicho que tenía que salir rápido a un lugar, que fuera buena y me esperara.

- Claro que sí mi amor, iremos a comprar lo que necesites para que inicies en la escuela el lunes después, ¿te parece? –ella salta emocionada, beso su cabeza antes de salir del departamento. Amirov había contratado 2 chóferes, estos debían estar disponibles 24/7, por lo que sabía que había alguien esperando en el sótano.

- Buenos días señora Bianchi, ¿a dónde iremos hoy? –pregunta Carlo mientras abre la puerta, los había conocido el día siguiente de nuestra llegada, ambos hombres eran muy simpáticos, me daban confianza. El otro hombre se llamaba Leonard, era mayor que Carlo pero también era muy simpático.

- Aquí –presiono enviar y en un segundo le llega la notificación, asiente antes de cerrar la puerta, mentiría si dijera que no estaba nerviosa, porque la verdad, los nervios me comían viva, hacía 8 largos años que no los veía, no sabía nada de ellos, ni siquiera sabía si vivían en el mismo lugar, así que iba a ciegas.

Tras 20 minutos de viaje que me parecieron eternos, llegamos. La casa se veía igual a como la recordaba, grande, con fachada rústica con ese toque antiguo, sin embargo, la reja no se veía en buen estado, y que decir de los jardines, todo se veía apagado.

- Traigo a la señora Bianchi, venimos a visitar a los señores Dunne –dice Carlo a través del comunicador, había reconocido la voz de mi padre, había sonado un lejano adelante y la reja se había abierto, frunzo el ceño ante el ruido, parecía que hace años no le daban mantenimiento.

Carlo entra hasta la entrada, me ayuda a bajar y camino a la puerta, para mi sorpresa se abre antes de que toque, mi madre corre y me envuelve en un fuerte abrazo, me quedo quieta sin saber que decir o hacer, detrás de ella sale mi padre, luce viejo y acabado.

- Mi niña, que hermosa estas –dice él uniéndose al abrazo, suspiro y me alejo.

- Vamos adentro –los miro seria–, Carlo, espérame en la camioneta –veo al hombre asentir antes de hacer como le dije, entro a la casa y noto lo descuidada que esta, ¿no se supone que Fiorella les ayudaría?

- Veo que no la están pasando muy bien –digo tras observar toda la entrada, no se parecía en nada a mis recuerdos–, ¿no les alcanza con el dinero que les da mi querida hermana? –los miro alzando una ceja, ellos bajan la vista.

- Ella hace mucho que dejó de ayudarnos, sobrevivimos con la pensión de tu padre y una pequeña mensualidad que nos dan los Cranston –dice mi madre, alzo una ceja con sorpresa.

- Les diría que me sorprende, pero la verdad es que no –me encojo de hombros–. He venido para hablar de negocios, ¿cuánto quieren por no buscarme por el tiempo que este aquí? –los miro seria, eso saldría de mi dinero, nunca les daría nada que fuera de Amirov.

- ¿Cómo? –pregunta mi padre con sorpresa, ruedo los ojos riendo ante su actuación.

- Por favor padre, no me digas que ahora me amas –niego con burla–, eso que escucharon, ¿cuánto dinero quieren por no acercarse a mí, mi hija y esposo? Digan una cantidad y la tendrán –saco mi chequera y una pluma, los miro en espera.

- Sé que no hicimos las cosas bien, pero estamos arrepentidos, nos alegra mucho que estés bien, creímos que algo te había pasado –dice mi madre suave, parecía una madre preocupada.

- El eufemismo del año –niego rodando los ojos–, no me interesa jugar a la familia perfecta con ustedes, hace años que deje esa idea atrás, sobre todo cuando en mi familia política encontré a la madre que nunca tuve, así que rápido, digan una cifra, 30, 40, 50 millones de dólares, ¿1 billón quizás? –sí, tenía esa cantidad de dinero, mi empresa había despegado rápido con las conexiones de mi esposo, pero sin duda, fue mamma quien más influenció en toda la sociedad italiana, no sólo de la ciudad donde vivimos, si no en otras, incluso en otros países, lo que me hizo rodearme de gente de mucho dinero.

- Lo que quieras darnos querida –dice mi padre derrotado, asiento.

- Les daré 1 billón, supongo que será suficiente si lo saben administrar –escribo la cantidad y le entregó el cheque a mi padre, él asiente, se acerca y me abraza con fuerza.

- De verdad lo lamento Enith –sonrío de lado, lo abrazo suave antes de alejarme, mi madre hace lo mismo, la abrazo suave, me separo.

- Bueno, espero no volver a vernos –sentencio antes de darme la vuelta y salir de ahí, no mentiría diciendo que me sentí un poco mal, pero en su momento, cuando más lo necesite, ellos no estuvieron para mí, ahora no los necesitaba, ya no más.

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