Una vez te amé
Una vez te amé
Por: Jen Herrera
1. Cruel destino

Estaba oscureciendo cuando llegaron a la mansión, llovía torrencialmente y el frío les calaba hasta los huesos.

A pesar de su penoso estado Gabriela y su padre estaban contentos de haber podido encontrar el lugar donde se encontraba aquella mansión.

El lujo y la opulencia se notaban aun cuando el cercado y los árboles que la rodeaban la casa eran altos para evitar la mirada de los curiosos.

Ambos se vieron a los ojos y luego de intentar acomodar un poco su ropa tocaron el intercomunicador.

Una voz serena y educada les pidió esperar después de preguntarles que deseaban, a los minutos Luis apareció en la puerta con cara de molestia.

Su amigo ya le había advertido que irían a buscarle y lo que menos deseaba era lidiar con aquella chica en ese momento pero no tenían opción.

Gabriela se veía desesperada pero eso no lo conmovió, cuando ella se acercó corriendo y lo abrazó llena de emoción, él se mantuvo frío y distante.

No correspondió el gesto de cariño y por el contrario apenas podía tolerar aquella muestra de afecto de alguien que pensaba que le había traído aún más problemas de los que ya tenía.

—Pensé que no te volvería a ver, dijeron que te ibas del país y que no volverías nunca, no es cierto, ¿verdad? —Luis se quedó callado por un momento y luego la apartó y dijo.

—Es la verdad, no nos volveremos a ver nunca más.

—¿Por qué?, ¿Qué ocurre si hasta hace poco todo estaba bien entre nosotros?, ¿Es tu familia te obligó a hacerlo?

Alterada lo sujetó por la ropa al ver que retrocedía, para intentar  evitar que se fuera y fue empujada al suelo de un golpe.

Esto hizo que cayera de rodillas en el barro, pero eso era lo que menos le importaba en ese momento.

—No, soy yo quién decidió que esto debía terminar, no siento nada por ti, no eres nadie en mi vida, sólo quería divertirme contigo, pero no pensé que fueras tan fácil de engañar, ni tan insistente como para llegar hasta aquí.

—No te creo, no puede ser un engaño los meses que hemos estado juntos, todo lo que pasó entre nosotros, estás mintiendo, se que me quieres, lo sé.

—Te lo repito, nunca te he querido, solo fue un juego, un capricho, no se que viniste a hacer aquí creo que ya le preguntaste a los chicos y Tom te lo contó, debes irte.

Y sin compasión ni tener en cuenta el sufrimiento de Gabriela, Luis se dio la vuelta y se fue sin mirar atrás.

—¿Eso es lo que fui para ti?, ¿tu muñeca?, ¿Una más?

Ella sentía que iba a morir allí mismo, sus lágrimas resbalaban por su rostro pero no se notaban porque se juntaban con la lluvia.

—Deja de actuar de forma tan patética, ten orgullo ya te rechace, regresa a la universidad o al pueblito de donde saliste.

En ese momento el chico entró a la casa sin nada más que decir y el padre de Gabriela impontente al ver el dolor que veía en su hija se disponía a intervenir cuando vieron salir una dama de alta sociedad con un paraguas y viéndoles con rechazo y desaprobación. 

—Ya basta, caza fortunas, para de hacer un espectáculo en mi puerta, ¿cuánto dinero quieres para callar, para que te desaparezcas de nuestras vidas de inmediato?

Sacó un fajo de dinero de su bolsillo y se lo tiró en la cara a Gabriela quién se sintió humillada y destrozada ante sus sueños rotos.

—Basta señora, no tiene derecho a tratar a mi hija de esa manera, usted no puede comprar la integridad y dignidad de las personas por más dinero que tenga, este segura que esto no se quedara así, lo denunciare en la universidad y si es necesario ir a contar esta historia en las noticias lo haré, pero mi hija será la última víctima de su hijo puede estar segura, se lo prometo esto tendrá consecuencias.

Edward se sentía destruido ante la desvergüenza de aquellos por lo que entonces tomó a Gabriela la abrazo para finalizar el maltrato. 

—Vamos hija esta gente está disfrutando humillarte y tú no lo mereces.

Comenzaron a caminar de regreso el camino que habían transitado antes para llegar a un punto para poder tomar un transporte.

La lluvia los mantenía caminando despacio por la orilla de la vía, el sentimiento de dolor y derrota en ambos era palpable, pero Edward estaba decidido a que su hija superará esta mala experiencia así que la intenta aconsejar y calmar.

—Gabriela, esto que ocurrió no debe avergonzarte, solo eres una víctima de personas inescrupulosas, ni tu madre ni yo te juzgaremos por amar y confiar en alguien que se aprovechó de ti.

—Papá y ¿qué voy a hacer ahora?

—Seguir adelante como la mujer inteligente que eres, que no embarga sus sueños por nadie, no se deja vencer por nada, reencontrarte con esa chica fuerte que siempre ha tenido claro su destino, la que ha hecho posible que sus sueños se hagan realidad aún cuando todos le decían que no lo lograrías, ahora no ves la solución pero con el tiempo esto solo será un triste recuerdo.

En ese momento, les cegó una luz de un auto y se escuchó el rechinar de los cauchos de un vehículo el cual les golpeó repentinamente.

Edward llevó la peor parte pues iba del lado de la vía matándolo en el acto.

Gabriela salió disparada hacia la maleza  pero logró reconocer al conductor de aquel vehículo que además se bajo para cerciorarse del resultado de su acción antes de desmayarse.

En su subconsciente escucha las sirenas y de manera intermitente abre sus ojos  para intentar ver lo que ocurre a su alrededor.

Ve a su padre inmóvil ensangrentado en el medio de la vía sintiéndose impotente de no poder ayudarlo mientras que algunas personas que se bajan de los autos intentan auxiliarlos y por un momento piensa que solo se trata de una pesadilla de la cual no puede despertar.

Escucha al personal médico antes de perder el conocimiento cuando dice que está sangrando y que se trata de un posible aborto

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