“¿Mis últimas palabras?”, pregunté con la respiración agitada. “Sí... supongo que tengo algo que decir”.
O al menos, tengo algo que hacer.
“Vete a la mierda”, espeté.
Y tras eso, agarré la espada con firmeza con mi única mano buena y la empujé hacia atrás con toda mi fuerza en un rápido movimient