Pum, pum...
“Aria”, dijo entre dientes la voz de Aleric junto a mí, desesperado por llamar mi atención.
Pero lo ignoré. Ya era demasiado tarde para cualquier cosa que pudiera decirme. La sangre de mis padres quedaría para siempre en sus manos, y nunca se borraría del todo.
Hundiéndose cada vez má