Me desperté al sentir que alguien me sacudía ligeramente el hombro.
Quise protestar contra el contacto, negarme a abrir los ojos, pero la sacudida era insistente.
“¿Aria?”, me llamó una voz.
Era familiar y cálida. Me hacía sentir como si estuviera en mi hogar.
Conseguí abrir un poco los ojos tras l