—¡Que no sé nada de ella!— Repitió Annie por décima vez.
Su madre confirmó lo que ella dijo, pues Annie no se había acercado a aquella habitación.
—¡Como me estés mintiendo, vas a tener problemas conmigo, Annie!— Gritó furioso Alejandro.
—¡Suéltame, maldito bruto! ¡No me acercaría a esa mugrosa! ¿Con qué motivos?—le gritó, haciendo una mueca con su cara ante la horrible idea de que ella se acerca a la mugrosa Ariel.
—Alejandro, suelta ahora mismo a tu hermana. ¿Qué crees que pudimos haber hecho con esa muchacha? No nos hemos nunca acercado a esa habitación, puede que solo se haya ido— dijo su madre.
Alejandro corrió por toda la casa, buscando en cada habitación y gritando su nombre.
—¡Ariel! ¡Ariel! ¡Ya basta! ¡Sal de donde quiera que estés! ¡No es divertido! —Pero Ariel no apareció.
Por su mente pasó la idea de ir a casa de Alessia, ya para dar por hecho que había buscado en todos lados y aceptar que Ariel se había marchado.
Tomó el coche para llegar más rápido y por si no estaba all