CAPÍTULO 40
Nala sintió que su hermana traía tres cabezas saliendo del carro mientras caminaba, que era un espejismo, algo producido por su imaginación. Pero parecía muy real, muy viva. Dara se acercaba a ellos contoneando las caderas y moviéndose hacia Grenor. Ella no podía creerse que su hermana estuviera viva. No después de cinco años sin verla. Nala se colgó el bolso y se acercó a trompicones y se colocó al lado de Grenor.
—Dime qué está viendo, lo mismo que yo. —le pidió.
Él se quedó en
cer a su hijo.
—Salud por eso. —dijo Grenor dándole un sorbo a su trago con impotencia.
—¿Qué es lo que te sucede, viejo amigo? —Michael lo conocía bastante bien, aunque no solían verse mucho ni tampoco llamarse, siempre estaba ahí cada vez que lo necesitaba, cosa que no pasaba tan a menudo porque en su arrogancia y autosuficiencia, el pensamiento de ser superior y poder resolver todos sus problemas, incluido aquellos que siempre estaban dispuestos a ayudarle.
El camarero se acercó y les ofreció