Una madre para mis hijos, una esposa para mí
Una madre para mis hijos, una esposa para mí
Por: Inés Ávila
Una triste historia...

Hafid Aziz, era multimillonario desde que había nacido, de padres multimillonarios, obviamente heredero de todos los negocios petroleros de su familia.

 Antes de cumplir quince años, tuvo conocimiento de que se casaría con la hermosa Rachel Sabarat, que a pesar de tener apenas catorce años, se perfilaba como una mujer muy hermosa.

La boda estaba pautada, para el cumpleaños número dieciocho de la muchacha, y el número veintitrés de él, quién le llevaba cinco años a su prometida; él era un hombre jovial y divertido le gusta mucho los deportes ecuestres.

 Ellos como familia, tenían una colección de caballos pura sangre, a los que Hafid tenía acceso constante, era un excelente jinete.

 Llegó el momento feliz para Hafid, le gustaba muchísimo su prometida, ella era coqueta jovial y con habilidad para la conversación, desde que la había conocido, a los catorce años, había quedado flechado por la muchacha.

 Ese día, su futura esposa, estaba vestida con un hermoso traje blanco de novia, que resaltaba su belleza, no podía pedir más a la vida, estaba enamorado por completo de su novia.

 El día de la boda todo había salido maravilloso,  la recepción de boda, el viaje de novios, su mujer era perfecta para él, la amaba con locura.

 Muy pronto estaban viviendo, en su propia casa, en un prestigioso lugar de los Estados Unidos, no tenían apuro por ser padres, él quería disfrutar a su mujer al máximo, los hijos no eran una prioridad

 para ellos.

 Pasaron dos años  y aún no venían los niños, pero al año siguiente, cuando Rachel cumplió sus veintiún años, llegó con la emocionante noticia, de que serían padres, no solo de un bebé, sino de dos.

Fue algo maravilloso para la pareja, nueve meses después, vinieron Amira y Farid, una niña hermosa y un varoncito precioso, que robaron el corazón de su padre.

 No podía creer tanta bendición, ya cuando sus bebés tenían 6 meses, su hermosa esposa había recuperado su bella figura,unos meses más tarde, su padre tuvo un infarto fulminante que lamentablemente fue fatal y el padre de Hafid falleció.

 Toda la responsabilidad de los negocios cayó en los hombros de Hafid, no era igual ocuparse de un departamento en la empresa, que estar al frente de un monstruo financiero, pero necesitaba salir adelante con todo lo que se le había confiado.

 Cada mañana a las ocho y treinta, salía de su casa, dejando a sus  bebés y a su esposa, todo el día solos, a veces los compensaba con almuerzos en casa, otras veces, invitándolos a comer fuera pero siempre, tratando de estar con su familia, con tiempo de calidad.

 Ya sus bebés tenían un año, empezaban a dar pasos, para empezar a caminar;  Rachel, se ayudaba con una chica que la que le daba atención a los niños.

Esa mañana como siempre Hafid salió a la misma hora, dejando a su bella esposa y a sus bebés que aún no despertaban.

 Estando en la oficina, se dio cuenta que había dejado una carpeta con documentos, además de su teléfono móvil.

ya eran pasadas las 10 de la mañana, pensó en pedir al chofer que fuera a casa por esas cosas, pero al final decidió hacerlo él mismo; el chofer lo llevó de inmediato a casa.

Cuándo entró, vió a la muchacha en el salón,  qué al verlo  sus ojos se abrieron por el asombro, y se puso muy nerviosa, se ofreció a buscar lo que él necesitaba, que se quedara con los bebé que ella le haría el favor.

Él arrugó el entrecejo,  algo no andaba bien, algo extraño estaba sucediendo, se acercó a la habitación; Hafid tenía su carpeta en el estudio, al igual que el móvil.

Pero la actitud de la muchacha le alertó en sobremanera, al acercarse hasta la habitación, escucho risas y una conversación, no entendía que estaba pasando.

¿Acaso su mujer tenía una reunión en la habitación? Escuchó con atención antes de entrar,y escuchó la voz conocida de un hombre, un frío recorrió su espalda y luego se radicó en su estómago.

 Abrió la puerta de par en par,  no podía creer lo que sus ojos veían;  su Rachel estaba siendo embestida por un hombre que no era él, y lo peor era, que era su mejor amigo.

 Se quedó petrificado al ver la escena tan dolorosa y abrumadora para él, al fin  pudo reaccionar, Hafid grito:

— ¡Rachel!, ¿Qué significa esto? 

Su mujer, no podía creer, que su marido estuviera de pie, ante la puerta de la habitación, de inmediato intentó explicar lo que no tenía explicación,  solo había que ver la escena, para adivinar lo que allí sucedía.

 El hombre, se vistió lo más rápido que pudo, tratando también de explicar lo que estaba sucediendo, Hafid gritó:

— ¡Por favor Daniel, sal de aquí!

El hombre salió corriendo, sin tratar de explicar nada, Hafid se quedó mirando a Rachel con dolor en sus ojos, pidiendo una razón del porqué de aquella traición tan horrible. 

 —Estoy esperando Rachel—dijo Hafid—

¿Que sucede, porque haces esto, que hice mal?

— no Hafid—dijo Rachel—no es algo malo que ya hayas hecho, solo fue un error mío, me deje envolver por los coqueteos de Daniel y sucedió.

 —¿Cuánto tiempo tienes acostándote, con mi mejor amigo, Rachel?—preguntó Hafid.

— Solo sucedió hoy, lo juro—dijo Rachel —nunca antes había sucedido, mi amor.

— Rachel quisiera  creer,— dijo él—pero algo me dice que no es la primera vez.

— ¡No te lo juro!— dijo Rachel.

— Voy a el estudio por lo que vine a buscar— dijo Hafid—en la noche hablamos.

 Ella movió la cabeza de manera afirmativa, él salió y tomó su carpeta, su móvil y se encontró con la mujer que ayudaba con los niños.

— Quiero que cuando regrese a casa en la noche usted ya no esté — dijo Hafid. 

—Señor, Necesito mi trabajo, no pude hacer nada, ella me pagaba para que no le dijera nada a usted— dijo la mujer.

—Hace cuánto tiempo está ella acostándose Daniel— preguntó Hafid.

—Cuatro  meses señor—dijo la mujer.

— Está bien, en la noche hablamos— dijo él. 

Ella sintió con su cabeza y él salió sin volver atrás, unos minutos más tarde Rachel salió con dos maletas de su habitación. 

—¿ A dónde va señora—pregunto  la niñera. 

—¡Me voy de esta m*****a casa— dijo Rachel— me voy con Daniel.

—¿Y los niños?— pregunto la mujer.

— Son de Hafid,no míos— dijo Rachel — qué se lo quede él.

—¡Pero usted es su madre, señora!— dijo la mujer.

— Ahí llegó Daniel, vino por mí,— dijo Rachel—me voy con él, lo amo entiendes, con él, es con quién quiero estar, no con Hafid.

—Señora, piense bien las cosas— dijo la mujer.

— ¡Ya está todo decidido!—dijo Rachel.

 Daniel entró a la casa  y dijo Rachel:

— ¡No podemos estar juntos!

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