Capítulo 40: Dolor.

Corrió tan rápido como sus piernas se lo permitieron, en más de una ocasión, su cuerpo sintió la tentación de caerse, el camino era borroso, sus lágrimas no le permitían ver nada, pero siguió corriendo hacia las afueras de aquella empresa, escuchando los gritos de Leonardo, que exclamaban su nombre con una aterradora desesperación, pero no pensaba en mirar hacia atrás; el dolor que sentía en su corazón, era uno indescriptible, su estómago había sido golpeado por un dolor apenas soportable, sus labios se habían de repente agrietado, sus manos temblaban, sus ojos no salían de aquella amarga sorpresa, en su garganta tenía gritos que se aferraban a esta, casi asfixiándola, en su cabeza recreaba una y otra vez aquella imagen, desgarrándose cada vez más.

—¡Por favor, Emma, mi amor! —Había sentido la mirada de todos caer sobre ellos mientras corrían en la empresa, y al salir a la calle, también sentía como las personas le miraban, como si fueran capaces de conocer que ella había sido lo sufi
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