Sierra de Chihuahua.
Eran las 7:00 pm cuando Aranza se encontraba en compañía del doctor Martín, recorriendo un campamento de un grupo de inmigrantes que estaba asentado a las afueras del pueblo.
Sacaban víveres y se los entregaban a las personas necesitadas. La joven observaba con tristeza las carencias que pasaban, aunque ella vivía una situación complicada, agradecía tener un techo y un trabajo para poder sostener a su pequeña hija.
Aprovechando que se encontraba ahí, el médico revisó a algunas personas. Estaban finalizando de curar a un pequeño, luego de que cayó de un árbol, cuando el sonido de un grupo de autos, lo inquietó.
—Tenemos que irnos —expresó tomando de la mano a la joven.
Aranza observó que el semblante de las personas que se encontraban ahí, cambió.
— ¿Qué ocurre? —indagó con preocupación.
—No debí traerte —enunció alarmado.
Martín tomó de la mano a la chica y salió de la carpa en la que se encontraban. Caminaron a toda prisa hasta su jeep, estaba abriendo la portezu