Tap, tap~ El sonar de los tacones de la joven y hermosa Reina de solo diecinueve años, la Gorianita Virginia Wiztan se escuchaban por las largas escaleras que se dirigĂan a ese salĂłn bajo. Virginia posĂł sus hermosos ojos azules zafiros en el hombre que estaba esperando por ella acompañado de algunos soldados de escolta, como era habitual en Ă©l. Ella se sorprendiĂł. Ese atractivo Rey de cabello oscuro y penetrantes ojos dorados estaba vestido con un elegante traje a juego con el vestido de ella. Virginia que creyĂł que Ă©l aprovecharĂa esa oportunidad para dejarla en mal, al final… No lo hizo. Algo que le pareciĂł muy extraño. No lo habĂa visto ni habĂa sabido nada de Ă©l en dos dĂas. DespuĂ©s de la peor noche en toda su vida, esa en la que fue tomada a la fuerza y ese hombre le arrebatĂł su pureza volviĂ©ndola su mujer. Ella finalmente terminĂł de bajar
Cabello oscuro largo y atado con una cola que llevaba cayendo del lado de su hombro izquierdo, ojos finos y cafĂ©s claros, traje impecable de un tono blanco con cafĂ© oscuro y un poco de rojo. El Márquez Sebastián Forsten pedĂa un baile con la Reina extranjera, Virginia Wiztan. AtĂłnita. Virginia no sabĂa que decir o cĂłmo reaccionar, ella volviĂł a ver hacia el Rey Maitano y a la vez su esposo. Lance Lamparth asintiĂł lentamente una Ăşnica vez con su cabeza y desvĂo su mirada de Virginia nuevamente a los invitados del evento. Virginia tragĂł en seco y seguidamente extendiĂł su mano aceptando la peticiĂłn de ese Márquez de Maita. Cada paso que ella daba hacia el salĂłn de baile siendo escoltada del brazo por ese apuesto hombre de treinta y dos años, estaban llenos de nerviosismo. ¡Ella estaba pálida! Virginia creĂa que se iba a desmayar… Ese hombre no era cualquiera.Â
Virginia no podĂa creerlo, ahora ella se encontraba de pie entre los brazos de ese BarĂłn reciĂ©n comprometido. — Virginia… Lo siento, realmente lo siento mucho, todo esto, todo lo que estás viviendo ha sido mi culpa… Aunque te pida perdĂłn mil veces sĂ© que no borrará lo que ya has tenido que vivir. — Se disculpaba el BarĂłn con una sincera expresiĂłn de arrepentimiento. Virginia que habĂa estado en shock hasta ese instante le empujĂł con fuerza causando que el BarĂłn se desestabilice y la suelte. Ella terminĂł cayendo sentada en el cĂ©sped. Él rápidamente se acercĂł con intenciones de volver a levantarla. — ¡NO! — GritĂł Virginia temblorosa. — ¡No me toques! ¡No me pongas ni un dedo encima! Tú… ¡Estás comprometido! Eres feliz con esa señorita y ella parecĂa ser alguien dulce, pura e inocente, alguien tierna con la que seguramente tendrás una vida muy feliz… AsĂ que no… No te quiero cerca de mĂ nunca más.Â
Virginia quiso responderle a ese hombre con insultos. ¡Ella querĂa golpearlo o escupir en su rostro y salir corriendo!Pero… SabĂa que ese hombre no era un juego. Ella sabĂa que en el instante que hiciera eso, serĂa sentenciada a muerte. Lance Lamparth era un tirano que la aterraba. Un curioso recuerdo pasĂł por su mente en ese instante. Ese cuando lo conociĂł por primera vez, cuando ella se encontraba en su cuarto de refugio en su propio castillo en el Reino de Gorian y Ă©l la encontrĂł y le apuntĂł con su espada. Hace poco más de un año de aquella terrorĂfica experiencia. …..El cuerpo de la joven comenzĂł a temblar en ese instante. Lance lo notĂł. Sin embargo, una semi sonrisa se mostrĂł en sus labios, Ă©l disfrutĂł verla perder el control. Él siguiĂł inclinado hacia Virginia y susurrĂł buscando que ella cayera
Cuando la Reina de Maita comenzĂł a leer la carta, la guardo de inmediato sorprendiĂ©ndose. — ÂżQuiĂ©n es el remitente su majestad? — PreguntĂł Tiana acercándose a la joven Gorianita. Virginia nerviosa negĂł rápidamente con la cabeza. — No es nadie de importancia. — RespondiĂł ella mostrando una sonrisa llena de nerviosismo y caminando rápidamente hacia su modista. — Continuemos mi preparaciĂłn. — AñadiĂł. "ÂżPor quĂ© esa extraña reacciĂłn?" PensĂł Tiana curiosa. "ÂżPodrĂa tratarse de… El barĂłn?" "No, no hay manera que una carta de Ă©l haya llegado tan casualmente a no ser que tenga… Bueno… Si hay posibilidad, quizá tenga algĂşn infiltrado, no, siendo el barĂłn Jones, tiene muchas amistades en el castillo principal del Rey Lance" PensĂł la soldado. ••••••••••VarĂas horas más tarde. En un hermoso y amplio jardĂn en los terrenos del ca
••••••••••— Su majestad, ÂżLa Reina no ha venido con usted? — PreguntĂł uno de los servidores del Rey. — No. — RespondiĂł Lance tajante. — Ella deberĂa haber venido. — ComentĂł el secretario Real. — Hoy se reanudarán las reuniones con el consejo y a partir de mañana una vez por semana se realizarán las audiencias con el pueblo. SegĂşn las leyes Maitanas, ella tiene que estar presente, ya que a diferencia de otros Reinos vecinos, siempre nos hemos caracterizado por darle un rol importante a nuestra soberana. — Sigue siendo una extranjera de una naciĂłn que hasta hace poco era enemiga a muerte. — RecalcĂł Lance. — Que se posponga su presencia hasta que termine sus estudios del Reino y haya pasado todas las pruebas básicas. — Entiendo, tiene razĂłn su majestad… — ComentĂł Ă©l secretario de cabello rubio rizado. — TomarĂ© nota al respecto. — ÂżEl Márquez Sebastián Forsten se marchĂł del territorio Real? —
4: 30 pm. Tap, tap~ Sonaban las zapatillas de la Reina Virginia Wiztan, quien caminaba junto a su asistente y guarda espaldas de más confianza, Tiana. La mujer pelirroja vestida de soldado Real, veĂa preocupada a su Reina, que parecĂa estar inmersa en sus pensamientos. "AsĂ que no es que estĂ© realmente obligada a tener un hijo, pero es lo mejor si quiero mantener una firme posiciĂłn en Maita como la Reina" "Sin embargo, el hecho de que deba hacerlo para que ese niño sea una herramienta, sin mencionar que puede que no nazca un niño y añadiendo el hecho de que no quiero que ese Rey me vuelva a tocar jamás y… Creo que Ă©l tampoco piensa hacerlo nunca" "Básicamente, un hijo para mĂ está descartado" Pensaba Virginia, cuando finalmente caminaba por un pasillo al aire libre y se diĂł cuenta que ya el cielo comenzaba a pintarse poco a poco de hermosos tonos naranjas. — Âż
— Señor Jones… Por mĂ usted ya ha cometido muchos errores… Usted ya ha sufrido consecuencias todo por ayudarme a mĂ, asĂ que… por favor, siga su vida tranquilo, cásese con Lady Abigail y olvide por completo cualquier pasado que hemos tenido juntos… Por favor… La expresiĂłn de la Reina Virginia mientras decĂa aquellas palabras con un tono de voz tembloroso, era una seria. Ella intentaba mantener la compostura y verse bien ante ese atractivo BarĂłn de cabello rubio claro. Sin embargo, Ă©l no le creyĂł. Allen Jones negĂł lentamente con su cabeza y volviĂł a acercarse a la Reina de Maita. — No te creo, simplemente no es algo que pueda hacer. Eres tan buena que quieres mi felicidad aĂşn cuando te estás sacrificando a ti misma por el bien de tu naciĂłn e inclusive de mĂ vida… — No es asĂ… Us- usted está muy equivocado… Virginia respondiĂł titubeante y claramente intentaba negar lo que ante