Parte 1...
Cristina
Después de contarle a Luiz mi plan y de que se riera mucho, diciendo que al final se iba a joder, colgué y llamé a dos delicias que tengo de vez en cuando.
No son nada para mí, no hay nada más que una cruda intimidad. Es sólo sexo y ya está.
Ellos me dan lo que quiero y yo les devuelvo lo que quieren. Uno de ellos es Simone. Una hermosa mujer negra, de cuerpo perfecto y piel maravillosa. Ella es una holgazana.
La otra es Lívia, una rubia que pararía el tráfico. Ojos verdes brillantes, un culo loco, cintura delgada y todo trabajado en el gimnasio. Una verdadera erección. Cualquiera puede vigilarla cuando pasa por allí.
Y no hay nada mejor que mirar los ojos verdes de esta hermosa rubia, agachada frente a mí, lamiendo mi polla con su lengua rosa y esos labios rojos y carnosos. Es una visión que podría hacer temblar incluso a un monje.
Enredé su pelo rubio en mi mano para poder observar su boca tomando mi polla, tragando todo lentamente, mirándome fijamente. Me encant