Capítulo 02. Una paciente llamativa

    Leonid no recordaba haber tenido a una mujer de cultura de Medio Oriente, menos una como Aisha, está seguro que él no habría olvidado un rostro tan bello como el de ella.

   El problema es que su novia Portia era en extremo celosa y esto estaba siendo filmado.

   Aisha sonreía, pero por su mente no pasaban los pensamientos lujuriosos del resto de los presentes.

   —Leonid, han pasado 18 años desde la última vez que nos vimos; cuando éramos niños no usaba el hiyab.

   —Claro, tiene sentido —Leonid replicó, pero seguía en blanco, no la conocía—. Dijiste que te llamas Aisha, ¿cierto?

   —Soy yo —aseguró ella creyendo que ya la recordaba.

   Vagas imágenes llegan a su mente en el momento que dijo su nombre, pero parecían imágenes de una película y no nada vivido por él.

   — ¿Estudiamos juntos? —Preguntó Leonid de forma amable.

   Aisha unió sus cejas y negó con la cabeza

   —Leonid, no puede ser que no me recuerdes.

   —Bueno, dices que han pasado 18 años —se justificó él muy seguro de que Aisha se equivocaba, pero manteniéndose amable delante de la cámara.

   —Sí, diez años más de lo que debías tardar en regresar, por eso he venido a buscarte —contestó Aisha con ironía.

   Leonid ahora podía asegurar que la hermosa mujer estaba completamente equivocada.

   Se echó a reír en voz baja.

   —Mejor continuemos con la consulta médica. ¿Cuál es tu problema?

   Aisha bajó la cara.

   —No pensé que me lo preguntarías, pero bueno —...murmuró sin atreverse a mirarlo—, supongo que sí puedes recordar cómo era la piel de mi madre, es algo muy difícil de olvidar.

   — ¿Tienes un problema genético en tu piel? —Preguntó Leonid de forma profesional.

   Aisha miró las cámaras.

   —No puedo hablar de eso delante de ellos.

   Leonid la notó retorcer sus manos y miró a la gente de la producción del programa.

   —Señores, debido a la cultura de la señorita, no me mostrará su problema con ustedes aquí.

   —Pero debe quedar documentado Leonid, es la paciente más llamativa que tenemos hoy, precisamente por su cultura subirá el rating.

   —Lo entiendo, pero yo tengo el compromiso de ayudar al necesitado y eso es primero que cualquier programa y su rating.

   A Aisha le gustó lo que escuchó y sonrió, el productor enfurruñado prefirió no discutir con Leonid y sacó a todo el personal, pero se aseguró de dejar la cámara encendida, no quería perder la escena.

   Leonid cerró la puerta a su equipo y regresó al escritorio.

   —Ahora estamos solos…

   —Leonid Tarásov, debes venir conmigo, tu manada te necesita —exclamó Aisha con una hermosa y calmada voz.

   «Ha dicho manada» Pensó extrañado.

   — ¿Te refieres al equipo de baloncesto de mi preparatoria? “Los lobos”, tenía años que no escuchaba referirse a nadie a la manada.

   — ¿Qué? —Preguntó Aisha confundida—. No hablo de humanos.

   Leonid arrugó las cejas y ve a su alrededor, lamentó haberse quedado solo con la joven trastornada.

   —Aisha, puedo ayudarte, remitirte con un colega especialista, solo cuéntame que le pasa a tu piel y partimos de allí.

   Aisha negó con la cabeza.

   —Eres muy cruel al mencionar lo que le pasa a mi piel.

   —Pero debes mostrarme…

   —Claro que no lo haré para satisfacer tu morbosidad…

   —Soy médico, solo quiero hacer mi trabajo…

   —Lo que me ocurre no es una enfermedad, es una maldición, pensé que lo sabías, pero ahora no sé qué pasa contigo.

   Leonid suspiró.

   —Está bien, si no quieres que te ayude —… Leonid se levantó de su asiento para abrirle la puerta y que se fuera.

   Aisha al darse cuenta de sus intenciones se levantó de su silla, quedó frente a él y colocó las manos en su pecho.

   —Leonid, entiendo que quieres apartarte del mundo en el que naciste, pero es tu destino, debes regresar; no tenemos mucho tiempo, debes venir conmigo.

   —Preciosa, te equivocaste de hombre.

   — ¡No me digas preciosa! —Enfatizó Aisha y quitó las manos que él sujetaba por las muñecas—. Sé qué no lo soy, pero nos los debes Leonid, mi madre perdió la vida por la promesa que le hizo a tu madre.

   —Para comenzar soy adoptado, lamento la muerte de tu madre, pero eso no tiene nada que ver conmigo.

   —Eres un egoísta y jamás imaginé que fueras así al crecer.

   Leonid subió las manos y abrió la puerta.

   —Será mejor que busques un psiquiatra.

   —Yo no estoy loca —murmuró con dientes apretados y con su magia cerró la puerta del consultorio.

   — ¿Cómo hiciste eso?                   

   —Deja de actuar conmigo. ¿Crees que me iré sin obligarte a tomar tu responsabilidad? —Inquirió Aisha con rabia.

   Aisha se concentró en el poder del lobo de Leonid y tomó sus manos.

   Leonid sintió una fuerza descomunal invadir su ser junto a un calor inmenso.

   Ambos exclamaron al sentir el dolor que los invadía y Leonid vio con asombro cómo el cuerpo de ella se iluminaba y pasaba esa energía a él.

   «Demonios ¿Qué es esto? ¿Cuánto tiempo dormí?»

   Ambos escucharon en sus mentes la voz del lobo que estaba bastante furioso.

   Aisha se soltó de él.

   — ¿Por qué puedo escuchar a tu lobo?

   — ¿A mí qué? ¿Qué demonios me hiciste mujer?

   —Escuché a tu lobo, solo tú debes oírlo.

   —Yo no escuché nada —mintió Leonid en negación.

   «No eres sordo, patético humano, aunque sí muy idiota, apaga esa m@ldita cámara»

   Ambos miraron la cámara.

   — ¿La cámara está encendida? —Preguntó Aisha.

   Leonid se dejó caer en un sofá, se sentía muy mal.

   —Me he vuelto loco.

   —Leonid apaga la cámara —ordenó ella nerviosa.

   — ¡Yo no sé cómo se apaga! —Contestó Leonid muy asustado por lo que le está ocurriendo.

   Aisha miró la cámara y su intención era descomponerla, pero lo que hizo su magia errática fue incendiarla.

   Leonid casi se desmaya al presenciarlo.

   —Ay no, esto está mal —murmuró Aisha y se acercó a Leonid—. Debemos irnos.

   —Yo no voy contigo a ninguna parte.

   «Debemos ir con ella» Ordenó el lobo de Leonid.

    Leonid trató de llegar a la puerta y Aisha quiso detenerlo y una cortina de fuego se levantó delante de él.

   — ¡Déjame ir!, ¡¡AYUDAAA!!

   «Silencio humano, colabora con nuestra compañera» Exigió el lobo.

   — ¿Qué dijiste? —Preguntó Aisha sorprendida.

   « ¡Aún no te das cuenta, brujita. Puedes escuchar mi voz porque eres mía!»

   — ¡Aaah! —Exclamó Aisha y de nuevo escuchó al lobo dentro de ella.

   «Mía»

   Aisha abrazó a Leonid con entusiasmo, pero el hombre estaba asustado.

   —Leonid, soy tu pareja destinada.

   — ¡Perdón!

   —Tu lobo, él solo puede compartir conciencia contigo y con tu pareja destinada.

   —Señorita, está loca. Además, ¡tengo novia!

  —Eso no importa, debes dejarla, porque yo soy tu pareja destinada. Podrías ayudarme con la maldición a mi pueblo —Aisha sonrió y lo miró con ojos brillantes—. Ahora todo tiene sentido…

   Leonid solo pensó que la bella mujer frente a él era peligrosa. 

   — ¡Se activó la alarma de incendio!, ¡¿todo bien allá adentro?! —Preguntaron desde afuera de la oficina.

   — ¡¡A… Ayuda!! —Gritó Leonid desesperado.

   «Humano inútil» reclamó el lobo con desdén.

   Pero en cuanto abrieron la puerta de una patada porque estaba trabada, el fuego había crecido, apagaron el incendio, pero allí no había nadie.

   — ¿Dónde está Leonid Tarásov?

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