Eso era lo que la sexta esposa pensaba mientras observaba la espalda de su marido y su rubio cabello lacio.
— Supongo que ya es un gran avance para ti el dejarme quedar aquí… Deberíamos dormir en habitaciones separadas. Pero el contrato dice que debo presentarme como una buena esposa y que tiene tu favor para que las personas crean que has cambiado y ya no eres más ese "Rey maldito o desdichado" o "Rey Asesino"
— Imery. — Dijo Darién hablándole suavemente.
— ¿Si? ¿Ocurre algo? ¿Te sientes muy mal? Si quieres puedo hacerte un té, definitivamente te relajará y es mejor que cápsulas.
— Te dije que hagas silencio; después hablamos de esto.
Imery veía por las ventanas ligeramente abiertas que la luz comenzaba a filtrarse.
Estaba amaneciendo.
Ella se levantó de la cama y cerró todas las cortinas quedando oscuro por completo, guiada por su intuición y lo que recordaba volvió a la cama.
"Sin duda este ha sido el peor día, noche y madrugada desde mi estadía aquí" Pensó la joven solda