CAPITULO 100
Sin embargo, saber lo que merecía y entender las razones no hacían que su corazón este conforme y tampoco causaban que no se sintiera ofendida o lastimada por ello.
¡Se trataba del hombre que tanto amaba y deseaba!
Por supuesto que ella no quería que el tenga esa actitud y aunque no podía decirle nada, de alguna forma esperaba no seguir empeorando la situación de ambos y llevarla a un punto peor de como habían comenzado.
— ¿Por qué me daría asco tu cuerpo? — Preguntó Darién confundido.
Ella lo vió con una infantil expresión de enojo.
— ¡Olvídalo! No dije nada. Llamaré a mis sirvientas para que me ayuden a vestirme.
Darién en ese instante dejó escapar unas risas que fueron de inmediato notadas por su molesta esposa, la cual se acercó a el de inmediato.
— ¿De que te ríes ahora? ¿Te parezco graciosa? — Dijo Imery alterada estando frente a frente con él, claro, a diferencia de Darién ella estaba semi desnuda.
— Bueno, nunca has querido la ayuda de ellas para nada, h