Jake Huxley
El dolor en mi cuerpo me despierta, no me puedo mover y la cabeza me palpita horriblemente, abro los ojos con cierta dificultad, tengo la boca seca y pronto me doy cuenta de que estoy en una terrible posición.
Es como si me hubiesen dejado caer en la cama y así me dormí, porque aún cargo la ropa de anoche, además de que recuerdo perfectamente a Will pelear conmigo anoche porque no es manera de tratar a una dama.
¡Pero ella no es una dama!
Es una víbora cruel, asesina, interesada. Me siento en la cama, miro a todos lados y luego me pongo de pie para meterme a la ducha, necesito quitarme un poco de lo que tengo encima. Al salir la puerta se abre de golpe y veo que es Will, frunzo el ceño porque no ha tocado, pero me extiende su teléfono y me susurra.
—¡Contéstale a tu madre, por amor de todos los santos! Mira que yo no puedo con ella —ruedo los ojos, tomo el teléfono y le respondo.
—¿Madre? ¿Por qué insistes tanto en hablar conmigo? ¿Acaso se te rompió una uña y no sabes con