Irene.
No era común que mi mente divagara, se distrajera o fuera tan irresponsable como para abandonarme en un lugar donde un tipo de 1,86 me besaba de la forma en que lo hacía.
Debía huir, correr y esconderme en el lugar más recóndito del mundo para no volver a ser vista por ese par de ojos que lanzaron un aviso que interpreté como la perdición a la cual yo sola me estaba lanzando al no detenerlo.
Pero a diferencia de otras veces, recobré el sentido. Puse una mano en su pecho y lo miré con perplejidad.
__ Cuando ves algo que no quieres en tu vida, huyes. - manifesté. - No te lo agarras a besos como si no hubiera un mañana. Además ¿frente a niños? ¿en serio?
__ Julián me aconsejó que lo hiciera. - acusó y quise reír por su forma de responder, siendo él de nuevo. - Da muy malos consejos.
Miré a mi hijo y sentí pena por verlo reírse ante las muecas de alguien que lo acusaba injustamente.
__ Eres muy creativo, señor Burton. - preferí tomarlo con diversión a evadirlo como Tej decís qu