Celeste se bajó del taxi, sosteniendo entre sus manos la dirección que le había dado Bruno.
-Supongo que es esta…- pensó mirando un complejo de edificios muy nuevos delante suyo. Entró sin problemas y se encontró con el encargado del lugar.
“Bueno… Esto es algo que no esperaba” Pensó nerviosa.
-Buenos días…- saludó al hombre.
Para su suerte, era un anciano amable- Buenos días señorita. ¿En qué puedo ayudarla?
-Bueno…- exclamó moviéndose nerviosa-¿Aquí vive el señor Burno Cipolletti?- dijo leyendo la tarjeta.
-Si, él señorito vive aquí- dijo sonrtiente- Usted debe ser Celeste ¿verdad?
-¿Cómo…?
-El señorito me dijo que vendría- exclamó sacando de la pared un juego de llaves- Estas son las llaves de la entrada y del apartamento.
La joven las tomó sorprendida.
-No se preocupe, que aquí va a tener privacidad al cien por ciento- exclamó tranquilizándola- Bueno vaya señortira, no se tarde mucho que ya la están esperando.
El corazón de la rubia comenzó a golpear con fuerza su pecho.