En la noche, Emir dejó a Adhara en su habitación y fue a la suya, con una enorme sonrisa y un corazón latiendo a mil, llegó y se tiró sobre su cama.
Pasó la noche entera pensando en como y de qué manera le confesaría sus sentimientos, la madrugada llegó y con él, Morfeo que se apoderó de el.
Al despertar se duchó y salió muy temprano a la oficina, en el camino marcó a Kerim.
— ¿Ya estás en la oficina?
— Oye, soy empleado no esclavo. — Respondió con sorna.
— Necesito consejos del play-boy de Estambul.
— Con gusto te los doy.
— Ahí voy.
Emir condujo lo más de prisa que pudo, llegó al estacionamiento, subió a la oficina y esperó a Kerim.
Media hora después el toque de la puerta le llamó la atención.
— Pasa.— Ordenó y Kerim pasó.
— Aquí estoy, ¿para que soy bueno?
— Raphaella.
— ¿Qué sucede con ella ?
— Esa mujer es un espectáculo, y me está volviendo loco.
— Pues dice lo. — Le aconsejó encogiéndose de hombros, algo que para el era algo natural y normal, pues era el mujeriego soltero má