Capítulo 2: Gira Gira

Siento el sonido del despertador perforarme nuevamente el oído como una rutina diaria, lo golpeo y me levanto mientras lo veo en el suelo. Arrastro mis pies hacia el baño, entro a la ducha y en lugar de colocar agua caliente, cosa que me desagrada decido darme un buen desperton con agua fría.

Primero mi pie toca el agua, y así todo el recorrido de mi cuerpo hasta sentir como mi cabello se empapa de agua fría. Puedo escuchar la voz de mi madre diciendo "Te enfermeras si te bañas con esa agua la cabeza tan de mañana" pero ahora solo quiero despejar mi mente y por así decir mi vida, desde hace mucho tiempo que me gusta bañarme con agua fría y ahora es como algo vital para mi vida.

Salgo y decido cepillar mis dientes, aliso mi cabello, no deseo tomar el desayuno pero considero que mi pequeño Rocky Balboa Jáuregui no piensa lo mismo, así que mejor le coloco un poco de comida, para que tampoco me estropee el auto mientras hacemos el viaje hacia el trabajo.

Tomo mis bóxer y me comienzo a vestir, luego sujetador, medias, pantalón de vestir, camisa de botones color negra y mi chaqueta a juego. No coloco casi nada de maquillaje, ya que no soy muy fans que digamos de ellos, así que tomo mi mochila y llevo a Rocky hacia mi auto.

"Te amaran si te conocen hasta los secretos, Lauren no seas tan insegura" escucho ese consejo de mi hermana cuando tomo el volante. Odio este sentimiento de vacío y falta de llenura, este sentimiento que me hace mierda diariamente. Es algo inexplicable ese sentimiento pero igual está allí así que lo único que toda es lidiar el día con él, metido en mi pecho.

Soy una chica con un miembro de chico, esto atrajo burlas y algunos golpes en el instituto, pero no me hizo menos débil, sino más insegura. Mis secretos se los han llevado mis familiares a la tumba, y mi mejor amiga lo guarda en el lugar en donde este. Del resto es eso, un secreto que prefiero mantener, no pienso volver a mi paso, a tener nudillos y labios llenos de sangre, así que en donde está, allí está bien.

Creo que eso paso a segundo plano cuando la depresión llego a mi vida, no me dan ganas de conocer gente, tampoco de hablarles, ni muchos menos socializar cuando sé que a la mitad de la noche me levando a llorar y termino como un bebé en el suelo.

No quiero que nadie acarree con lo que es mi miserable vida ¿Quien quisiera eso? Ni yo misma, pero vivo con ello o bueno viviré con esto hasta que tenga valor para…

El paseo en auto es un poco lento por las colas que encuentro en todo el camino, autos mal estacionados, semáforos en rojo o algún persona pasando a los niños, aunque luego de todo el contratiempo llego igualmente a tiempo para mi trabajo, dejo al pequeño Balboa en la guardería canina y me dispongo a subir como siempre a mi oficina.

Y como siempre, ignoro a todos y entro a ella, tiro mi mochila en el sofá y yo luego de encender mi computador  dejo caer mi cuerpo en la silla.

Comienzo a girar la silla como la primera vez que me la dieron. Mi mayor juego era girar la silla, cerraba los ojos y giraba en mis tiempos libres, luego me do miedo a dañarla y dar una explicación tan estúpida como "La rompí jugando a girar" así que ahora lo hago debes en cuando.

Tengo los ojos cerrados mientras siento el ligero viento de las vueltas, pero luego ocurre algo que me deja un poco en estado catatónico.

Abro mis ojos de golpe cuando siento que alguien detiene la silla, veo a Camila delante de mí con una sonrisa juguetona, pero antes de que pueda articular algunas palabras ella se está sentando en mis piernas.

-Vamos Jáuregui ¡Gira!- dice con ese tonito en su voz que desborda emoción y complicidad, recuesta su espalda en mi pecho esperando que haga mis movimientos.

Siento mi cuerpo tensarse y por un momento con ganas de lanzarla al suelo, pero mi otra parte del cerebro me dice que estaría mal tirar al piso a una mujer, así que coloco mis manos en los apoya brazos y comienzo a girar con ella encima de mí.

Siento de nuevo el toque del ligero viento pero ahora también el toque de las manos de Camila en mis manos para llevar mis brazos a enrollarse en su cintura, todo lo hizo con extremadamente sutileza.

Y aunque no estaba muy segura de hacerlo, la apreté hacia mí. Sentí como un instante de felicidad se acurrucó en mi corazón, sentí el delicioso olor a perfume que emanaba y me entregue por un momento a ella. Aunque ella realmente no lo supiera.

Escuchamos como tocaron mi puerta, yo di un ligero salto intentando apartar mis manos de su cuerpo pero ella no lo permitió, sino que lentamente se fue separando de mi hasta estar ahora sentada en la silla frente a mi escritorio.

-Buenas a mis trabajadoras favoritas- comento nuestro jefe con cierta gracia para sentarse en el otro sillón al lado de Camila. -Tan de mañana y ya juntas ¡Perfecto!- froto sus manos con emoción.

-Buenos días- dice Camila y yo respondo un poco ausente, y con un ligero toque de miedo porque sentí que él sabía lo que ocurría aquí.

Nada propiamente sexual, pero para mí más que eso, sentirme desnuda por un instante con Camila fue como un remolino en mi propio ser. Y deseo que ella no lo haya sentido.

Escucho en la lejanía lo que quiere decir el jefe,  no me quiero sentir culpable a nada, así que prefiero tomarme mi vergüenza y preguntarle a Camila más adelante que fue lo que dijo nuestro jefe. Mi mente se ausenta y por un momento ellos se dan cuenta.

Creo que dejan de hablar cuando mi mirada está enfocada en la pequeña biblioteca en mi oficina. Cabe destacar que tanto Camila como yo tenemos nuestras oficinas por un esfuerzo ampliamente ganado, que el jefe decidió recompensar con la excusa de "Necesitan su propio espacio laboral por su gran trabajo, espero aprecien mi muestra de gratitud" y válgame Dios que si se lo agradezco. Esta oficina ha sido testigo que innumerables horas de llanto y segundos de felicidad, que nadie sabía.

-¿Jáuregui?- me llama mi jefe.

Siento mi cara arder y al parecer ellos también cuando me dedican una ligera sonrisa.

-Estas como en otro mundo- dice mi jefe y siento esa ligera mueca de comprensión en la lejanía, asiento y cierro mis ojos.

-Disculpen, solo pensaba un poco en los planos- miento.

-¿Y qué te parecen?- pregunta ansioso, aunque a diferencia de él, Camila me mira curiosa.

-Que debemos ponernos al tanto de una vez- él alza sus brazos y se levanta para salir.

Camila aún ríe de la expresión de nuestro jefe y luego me dirige de nuevo la mirada.

-Lamento si interrumpí algo esta mañana-se inclina hacia mi escritorio, yo niego rápidamente  mientras mi mirada esta fijamente en la de ella.

-Debes en cuanto, lo suelo hacer- acomodo mi cabello y ella asiente con una ligera sonrisa.

-Gracias por entonces compartirlo conmigo, Lauren- termina y se levanta, la veo caminar hacia la puerta y antes de abrirla se gira. -¿Porque no te gusta la navidad?- pregunta casi en un murmuro mientras ve la oficina en tonos habituales, sin un mínimo adorno.

-No todos vivimos la vida que queremos- le contesto y miro a la biblioteca. Escucho la puerta abrirse y cerrarse.

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